Por Ernesto Ramón Domenech Espinosa
Toronto.- El 26 de julio de 1953 fue una fecha trágica para Cuba: fue el nacimiento político de un personaje que, una vez en el poder, significó la ruina económica, moral y espiritual de la nación.
La ambición, la falta de escrúpulos y la sangre fría para manipular y matar se combinaron en una trama de cobardía y traición. La traición total fue una suma de traiciones parciales, traiciones personales; vulgares e infames traiciones.
El inventario de engaños y felonías del dictador en jefe fue como sigue.
• Únicamente cinco personas, Fidel Castro, Abel Santamaría, Renato Guitart, Raúl Castro y Vilma Espín, sabían de la operación militar. Los otros 166 asaltantes fueron llevados al matadero sin mayores explicaciones. Sólo el día antes supieron del plan real. Doce hombres se negaron a participar. El Dr. Mario Muñoz Monroy comentó: “es un crimen engañar a tantos hombres metiéndolos en una empresa tan peligrosa”. Castro quiso humillarlo con un: “¿tienes miedo, no quieres ir?”, a lo que Muñoz ripostó: “no Fidel, yo voy al asalto, y voy a morir, y tú me sobrevivirás”. El doctor fue asesinado ese mismo 26 de julio, cumplìa 41 años. Los Castros no entraron en combate, huyeron sin disparar un tiro.
• Varios de aquellos asaltantes, una vez llegado el triunfo revolucionario, entendieron que el proceso se apartaba de la idea original. Decepcionados, advirtieron la estafa y se opusieron a ella. Castro terminó encarcelando a sus antiguos compañeros del Moncada: Jaime Costa Chávez (6 años), Gustavo Arcos Bergnes (13 años), Orlando Castro García (17 años) y Mario Chanes de Armas (30 años).
• Jesús Yánez Pelletier, quien fuera primer teniente del ejército de la república y supervisor de la cárcel de Boniato en aquel 1953, se negó a cumplir la orden de asesinar a Fidel Castro mientras se hallaba bajo su custodia. En Enero de 1959 se convertiría en guardaespaldas de Castro y en 1960 sería condenado a 15 años por traición y vínculos con la mafia en un proceso fabricado. Cumplió 11 años y fundaría con Gustavo Arcos Bergnes el Comité Cubano Pro-Derechos Humanos.
• Monseñor Enrique Pérez Serantes, arzobispo de Santiago de Cuba en 1953, ejerció de mediador ante el gobierno de facto de Batista para garantizar el respeto a la vida y el derecho a un juicio justo al líder del asalto. Castro llegaría a afirmar: “los católicos de Cuba han prestado su más decidida colaboración a la causa de la Libertad”. A partir de 1961, la Iglesia Católica en Cuba sufrió un permanente acoso, que incluyó la confiscación de propiedades, expulsión de sacerdotes y monjas, cierre de escuelas religiosas, encarcelamiento y limitación de estudio y trabajo por motivos de Fe.
• Manuel Urrutia Lleó, magistrado encargado de presidir el Tribunal que juzgaría a los complotados en los asaltos a los cuarteles Moncada y Bayamo, y el Hospital “Saturnino Lora”, ofreció todas las garantías legales a la defensa de los reos. Urrutia Lleó fue nombrado presidente del gobierno provisional luego de la caída del Batistato pero, tras su disputa con Fidel Castro por denunciar la penetración comunista en ministerios y puestos de dirección, tuvo que renunciar y pedir asilo en la embajada de Brasil en La Habana.
• El Programa del Moncada, el panfleto de “La historia me absolverá” ilusionó a millones de cubanos con sus promesas: Restablecimiento de la constitución de 1940, Derecho de los obreros a participar del 30 por ciento de las utilidades de las compañías, Reforma Agraria para terminar con el latifundio y la pobreza del campo, Democracia plena, concesión del 50 por ciento de las utilidades de la Industria azucarera a los trabajadores del sector y fin de la corrupción política. Nada se cumplió; la revolución fue traicionada, Cuba fue traicionada.
Hoy Cuba no tiene nada que celebrar, de luto la memoria. Un minuto de silencio por los más de 10 mil fusilados, por los más de 30 presos presos políticos, por los 20 mil desaparecidos en el estrecho de la Florida y las selvas centroamericanas en el intento de escapar, por los casi tres millones de emigrados y exiliados y los 11 millones de seres humanos atrapados entre colas, apagones, hambre, terror y desesperanza.