Por El Estado como tal
La Habana.- ¿Pudiera esperarse en Cuba un “ordenamiento 2.0” como respuesta oficial al enorme déficit presupuestario? Con deuda pública fija en pesos cubanos, un Producto Interno Bruto (PIB) nominal hinchado por una inflación inducida por devaluación facilitaría “pagar” una deuda fija en pesos cubanos (CUP).
Uno de los más conocidos efectos de la inflación es el de reducir el valor real de la deuda pública y su por ciento en relación con el PIB. Cuando el deflactor del PIB aumenta más rápido que los precios de consumo, los ingresos crecen más que los gastos y el déficit se reduce como por ciento del PIB.
El “ordenamiento” fue un fracaso en sus objetivos declarados y fue un factor de rápido empobrecimiento popular, pero con apenas un bajo crecimiento de 1,3 por ciento en 2021, redujo en 34 por ciento el peso relativo del déficit en el PIB en apenas un año (de 17,7 en 2020 a 11,7 por ciento en 2021).
La devaluación de 2300 por ciento del CUP en 2021 resultó en un crecimiento anual de 501,6 por ciento en el índice de precios del PIB, un incremento de 77,3 por ciento en los precios al consumidor, y una “compresión” brutal de la remuneración de trabajadores como por ciento del PIB (de 46,3 en 2020 a 27,2 pro ciento en 2021.
Una eventual devaluación de 400 por ciento (de 24 a 120) -o una de 900 por ciento (de 24 a 240)- reduciría el peso real del déficit, pero si no se acompaña de un alza general de salarios y pensiones que compense el “traslado” de la devaluación hacia los precios, se agravaría la pobreza en Cuba.
Lo que en 2021 fue “bueno” para las finanzas públicas fue “muy malo” para el bienestar de la mayoría de los ciudadanos cubanos. ¿Se repetirá en Cuba ese tipo de fórmula de “reseteo” de las finanzas públicas” cuyo costo recae sobre los trabajadores?