Por Sara Rossi (Especial para El Vigía de Cuba)
Buenos Aires.- La izquierda argentina va a hacer todo lo posible por no dejar gobernar a Javier Milei. Ya comenzaron las marchas, las protestas, el mismo modus operandi de siempre, para sacar del poder al presidente electo del país, quien aún no cumple dos semanas en la Casa Rosada.
La izquierda argentina perdió las elecciones. Los años de kirchnerismo terminaron por dañar su imagen y las urnas le pasaron la cuenta. El argentino de clase media, de la alta, y muchos de la clase baja votaron al Peluca, que ofreció, en la campaña electoral, algo diferente a un país que se muere entre una crisis económica y otra, y una inflación más alta que el Aconcagua.
Y tal como prometió en su campaña, el nuevo mandatario comenzó el duro ajuste económico, con medidas que no son del agrado popular, la coartada perfecta para los líderes de izquierda y sus llamados a las protestas, permitidas como establece la Constitución, pero limitadas, como anunció el mandatario, contrario a que las marchas y los bloqueos impidan el buen funcionamiento del país.
Milei dijo que sí, que protesten, si quieren, pero hará lo necesario para que no haya bloqueos de calles ni de carreteras y para que nadie vaya a impedir que la infraestructura del país se vea colapsada, que es el modus operandi de la izquierda continental, orientada, según medios, desde Cuba y Venezuela, cuyos gobiernos han estado por décadas detrás de las manifestaciones en cada uno de los países de la región, entre ellas las de Chile contra las políticas de Sebastián Piñera.
La protesta de este 20 de diciembre pudo marcar apenas el comienzo de la cruzada contra Milei, vista con muy buenos ojos por la gran derrotada en los últimos comicios, Cristina Fernández de Kirchner, pese a que su nombre no apareció en las boletas electorales.
Fernández, que entre una cosa y otra lleva 20 años en el poder, facilitó que su país cayera en la depauperación más atroz, con índices de pobreza sin iguales en la historia argentina, y una galopante corrupción de la cual ella misma no estuvo exenta, motivo por el cual fue enjuiciada en una ocasión.
Amiga incondicional de los gobiernos de izquierda de la región, sobre todo de los de Caracas y La Habana, donde solía ir muy a menudo a ventilarse problemas de salud y de vacaciones, la viuda de Néstor Kirchner abandonó cabizbaja el poder cuando asumió Milei, y los argentinos, que la conocemos bien, sabemos que no es de esas personas que suelen recibir golpes sin responder. Algo hará, tal vez con dinero venezolano o cubano, de ese que esos países no gastan en sus pueblos, para intentar promover el caos en su país y buscar la salida del Peluca.
Veremos qué puede hacer Milei. Ojalá sus políticas resulten en el bien de Argentina: Más empleo, crecimiento económico, solvencia empresarial, salarios justos, menos corrupción. Si no lo consigue con sus ideas neoliberales, tendremos la opción de volver a las urnas y sacarlo del poder. O hacerlo antes, algo que no se puede hacer en ninguno de esos países que ya mencioné y que alientan las revueltas en suelo argentino.
Dejen al hombre gobernar, que se lo ganó en las urnas, Los argentinos le dieron su voto con conocimiento de causa. Todo el que depositó una boleta en una urna sabía al presidente que se iba a encontrar, porque nadie fue más transparente en una campaña electoral que Javier Milei, quien ganó porque la democracia ofrece esas opciones: la de cambiar a los que dirigen a los países, y si uno no lo hace bien, ir a por otro. Todo lo contrario a lo que sucede en esas naciones que alientan, desde sus sedes diplomáticas, a revueltas contra un gobierno legítimo.