Por Anette Espinosa
La Habana.- Ningún gobierno en la historia de la Humanidad ha intentado centralizar más el poder que el cubano. Durante 65 años, los estamentos que llevaron los hilos a nivel nacional, establecieron un férreo control sobre los presupuestos, las producciones, las exportaciones y todo lo que oliera a recursos y dinero, y le quitaron todas las potestades a las provincias y mucho más a los municipios.
Así fue por más de seis décadas, pero, de pronto, el gobierno del país se dio cuenta de que era incapaz de resolver los más acuciantes problemas de la población, incluso los más elementales, como la alimentación, las medicinas, el transporte, las viviendas, y entonces se propuso delegar más responsabilidades en las instancias municipales, que pasarían -o pasarán- a tener un papel protagónico.
Ya hace unos años, aún en tiempos de Raúl Castro como presidente oficial -y no en la sombra como está ahora- le dijeron a los municipios que si querían comer papa, la tenían que sembrar, porque lo que se produciría regido por el ministerio de la Agricultura, iría solo a la capital y al turismo. Y les dijeron, además, que tenían que guardar la semilla. Todo eso en un país donde no hay frigoríficos y donde los apagones están a la orden del día.
Ahora la intención es completar esa entrega de poderes, a las cuales no están adaptados los ineptos gobernantes locales, ni tienen tampoco cómo hacerlo. Pero igual, tienen que gestionar la alimentación para su pueblo, lo mismo si se trata de Caibarién, Guira de Melena, Sierra de Cubitas, o El Salvador, para poner casos con situaciones diferentes en cuanto a cantidad y calidad de las tierras cultivables.
Con esta determinación, que seguro llega a otras ramas, como la educación, la salud o los deportes, por solo mencionar algunas, el gobierno central se intenta quitar el golpe de encima. Cuando algún intendente llame a la provincia o pida algo a un ministro para resolver un problema, le dirán que tiene que sembrar, producir arena y ladrillos, comprar su cemento o sus propios ómnibus, y que se las arregle con los impuestos que debe cobrar a todos, más a las Mipymes, para tener los fondos necesarios.
Esa es una de las condicionantes que estableció el gobierno cubano para intentar alejar los fantasmas de la más profunda crisis económica de la historia del país, y que se extiende a todas las ramas de la sociedad, incluyendo el sistema educacional, y el de salud, donde comenzarán a pagar por guardias, antigüedad y otras condicionantes, para tratar de ponerle coto al éxodo de trabajadores de esos sectores
Para hacerse los buenos y no dejar desamparados a los gobiernos municipales, subirán las tarifas de electricidad, agua, combustibles y otros servicios, al tiempo que hablan de eliminar todas las gratuidades generalizadas, y subsidiar solo a las personas más necesitadas, que en estos momentos son muchos millones en todo el país.
Según Manuel Marrero, “dentro de unos días, se reunirán todas las Asambleas Municipales para aprobar el presupuesto y cada municipio que proyecte déficit presupuestario debe aprobar adicionalmente un plan de acciones dirigido a incrementar los ingresos y disminuir los gastos en las actividades administrativas y otros que no afecten a la población”.
Con este panorama, tal cómo está la crisis y las atribuciones delegadas en los municipios, van a tener que importar alcaldes de otro país, porque a pesar de las prebendas de estos y de las facilidades para robar, no será fácil encontrar algunos que quieran ponerle la cara a la situación.
De cualquier manera, esto es solo un pelotazo más de la cúpula dirigente, cuyos miembros, cada vez que van al baño, regresan con una nueva y descabellada idea, de esas que nunca benefician al cubano de a pie, al que verdaderamente sufre la ineficiencia de los gobernantes.
Ahora le tocó a los municipios, a los cuales les dirán: «toma tu mierda, gallego» y que se las arreglen como puedan.