«Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado». Tres héroes. La Edad de Oro. José Martí.
Por Alejandro Marcoleta
La Habana.- No les basta con la masacre del 11 de julio. Al pueblo hay que seguir metiéndole miedo. El propósito de la dictadura es lograr, infiero, una especie de chip en nuestro cerebro que se encienda ante cada pensamiento de inconformidad, ante cada pensamiento revolucionario, ante cada pensamiento de libertad y active automáticamente un mecanismo de bloqueo que nos devuelva al estado de servilismo y sumisión al que nos tenían sometidos antes de la llegada de internet y la inyección de luz que esto trajo consigo.
Incitación a la rebelión, sabotaje a los recursos del estado, agresión a funcionarios públicos, cócteles Molotov». A todo esto, antes de 1959, se le llamaba «justicia», se nos dice que era «necesario». Ahora, el calificativo para cuando lo hacen otros, es «terrorismo»
«Los terroristas» quieren rematar a una ideología que ha demostrado sobradamente que no funciona. Y utilizo la palabra rematar porque no se puede emplear otra ante la agonía de un moribundo.
“Los terroristas” quieren poner fin a un sistema que tiene sumido a un pueblo entero en la miseria, en el desaliento, en la desesperanza. Un país que sobrevive en un escenario caótico provocado por la mala gestión en todos los ámbitos de sus gobernantes. Una nación que tiene miedo a no tener qué darle de comer a sus hijos mañana y tiene miedo a morir por cualquier enfermedad curable en pleno siglo XXI. No tenemos derecho al descanso, al esparcimiento, a la alegría porque vivimos como animales en la selva, luchando constantemente por nuestra supervivencia.
Condenas de 10 a 30 años de privación de libertad, incluso la muerte, serían las posibles consecuencias para todo el que intente serruchar las patas de la silla donde reposa el tirano. También existe hasta la posibilidad de juzgar al imputado, sin su presencia.
Estamos advertidos. La libertad de expresión es un derecho que tienes como ciudadano hasta que le pises el callo al dictador. Tu libertad de pensamiento es un derecho inherente que te vamos a extirpar.