Oscar Durán
La Habana.- La resistencia creativa volvió a la boca de Miguel Díaz-Canel. La tenía descansando desde hace rato, pero la soltó de nuevo en la clausura del VII Pleno del Comité Central del Partido. “…no nos podemos abrumar, ni agobiar, desunir, ni desmovilizar”. Debemos ser optimistas; no abandonar la “confianza en la victoria”; y tener la certeza de que los cubanos superarán sus desafíos con trabajo, talento y creatividad propia; “o sea, con resistencia creativa”.
¿Cómo puede? De este hombre a Nicolás Maduro la única diferencia es un bigote. Yo sé que ustedes están cansados del mismo teque y ya no pierden el tiempo en oír al Hombre de la Limonada, pero su discurso no tiene desperdicio. Es como si Lis Cuesta, el día antes le dijera: ¿qué clase de discurso preparaste, mi puchunguito?
Algún día alguien tiene que increparlo y soltarle a quema ropa el daño que le están haciendo a la sociedad cubana, él y todos sus soplatubos. Nosotros estamos cansados de resistir, de tener confianza en ustedes, de esperar tiempos mejores. No queremos oír más la palabra comunismo. Libertad, Canel, libertad. Comida, Canel, comida. Eso necesitamos.
Olvídate del bloqueo. “Es muy duro”, expresaste ayer. Pero no dijiste que Hugo Cancio lo está burlando para abastecer a tu cúpula y a toda la familia Castro Ruz. Basta con entrar a los sitios web de ventas controlados por ustedes, donde hay de todo, hasta preservativos. En los aeropuertos, por ejemplo, tienen propaganda de Katapulk por todos los lugares, con productos americanos desde cajetillas de cigarros Marlboro hasta paquete de pollo Hudson. Sí, el embargo existe, mientras no pagues en efectivo y tengas una economía en ruinas. De lo contrario, el bloqueo fuera una cosa simbólica.
Por lo pronto, seguimos aquí, en las mismas, oyéndote decir lo importante y estratégico que fue el Pleno, mientras se nos va otro año, lleno de sacrificio y miseria. ¿Cómo te puedes sacrificar dentro de tanta miseria? Es una pregunta difícil de contestar. Vaya, no sé, por decirles algo: levántate temprano, haz una cola para comprar el picadillo en la carnicería. Sal de ahí seis horas después con el producto lleno de moho. Llegas a la casa, ponlo a cocinar y ¡pum! quitan la corriente por 10 horas. Terminas dándole el picadillo a los perros. Eso es sacrificio en miseria.
Los haitianos son unos niños de tetas al lado de nosotros. El reino de este mundo es Cuba. Aquí está Lo real maravilloso. Qué más maravilla que comprar un limón a 95 pesos porque es la base de todo, o que tu presidente se pare en televisión nacional para decirte cálidamente: “los cubanos superarán sus desafíos con trabajo, talento y creatividad propia; “o sea, con resistencia creativa”.
65 años después, seguimos siendo la misma tropa de carneros, con una sola diferencia: ahora compramos la malanga por un grupo de whatsapp y no las dejan en la puerta de la casa.