DÍAZ-CANEL, TIENES QUE PARAR ANTES DE QUE CUBA MUERA

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Por Pablo Alfonso (Especial para El Vigía de Cuba)
Santiago.- Hace poco más de nueve años que vivo en Chile. Desde entonces, los cubanos nunca más escucharon aquello de «desde Mayabeque, Pablo Alfonso, Sistema Informativo de la Televisión Cubana». Los asiduos televidentes pensarán que me botaron o que pude haber fallecido.
Me silenciaron por completo. Para los decisores estoy muerto. Sin embargo, estoy más vivo que nunca. Callaron mi voz y mi jeta, como mismo han silenciado a cientos y cientos de cubanos que un buen día decidimos vivir en cualquier geografía posible. Bueno, si silenciaron a Celia Cruz, qué quedará para el resto.
En estos años de ausencia, pude ir a mi Cuba (sí, porque también es mía) varias veces. Tenía para contar, tenía de qué hablar en los medios oficialistas. De mi paso por la radio en el país más austral del mundo. De mis programas de música cubana, de su éxito, de la imbricación del chileno con nuestra música y nuestra cultura en general. Pero no, no me podían invitar a ningún espacio televisivo, ni tan siquiera de Telemayabeque. Un telecentro que vi nacer y que desde sus inicios fui su corresponsal para la televisión nacional.
La culpa no era de su dirección, lo sé de sobra. La culpa era de más arriba. Era, y es, del sistema. Si me invitaban, los desaparecían del cargo. Así de simple.
No he hecho nada malo, no he matado a nadie. Solo cambié. Cambié, no de país. A Cuba no la cambiaré nunca. Cambié mi forma de pensar, gracias a vivir en democracia. Para los que gobiernan Cuba debo ser un traidor. A Cuba no la traicionaré jamás.
Amé y aún amo a España, quizás por aquello de haber sido el primer país que visité. Desde entonces, cada vez que los españoles se enfrentaban a cualquier otra selección de fútbol, yo le iba a la madre patria. Luego, al vivir en Chile empecé a querer a la nación que me dio abrigo y me hizo vivir como persona. Y una vez más, cambié. Cuando La Roja chilena disputa un partido con España -a cuya selección también le dicen La Roja-, ahora, le voy a Chile. Pero que Chile no juegue ni a la quimbumbia contra Cuba, porque siempre le iré a mi isla. Eso sí nunca lo cambiaré.
Había viajado a varios países. Unas veces como animador y locutor a España y otras como enviado del sistema de la Televisión Cubana, primero a Haití y después a Bolivia. Pero a Chile no fui ni como artista, ni por mandato del gobierno cubano. Fui a vivir como un ciudadano más. Y eso, bastó para darme cuenta que hay miles de aspectos que mi isla tiene imperiosamente que cambiar. ¿Cómo es posible que en Chile, solo en un año, haya podido comprarme un auto cero kilómetros, con un salario que ni superaba el sueldo mínimo promedio del país? En Cuba viví 49 años y no lo logré. Vaya, ni lo intenté. ¿Cómo es posible que ahora coma carne de res y todo lo que se me antoje, sin ser millonario y sin hacer colas, ni tener que empujar, ni imponerme para lograr comprar? ¿Cómo es posible que haya podido viajar por todo Chile y a otros países? Todo eso es impensable para el cubano de a pie.
No me vengan ahora conque en mi país no se puede lograr todo eso por el bloqueo. No, es por la mala administración, que usa los mismos métodos arcaicos de siempre. Es hora de que ustedes cambien también. ¿O será que la cúpula no sufre las consecuencias del mal llamado bloqueo? Si ustedes sufrieran los apagones, las interminables colas para comprar, para transportarse, si sufrieran la escasez, las penurias del cubano normal, no tuvieran esas enormes barrigas (ojo, la mía es autofinanciada, la de ustedes, no). Si sufrieran como la gente de a pie, hubieran entregado el poder ó quizás Manuel Marrero o Roberto Morales Ojeda -incluso el propio Salvador Valdés- hubiera hecho gala de su nombre y hubieran salvado a Cuba enfrentándose a Diaz-Canel. Pero no, eso es imposible, porque todos ustedes viven como reyes. Remember a uno de los creadores de ese sistema que pretenden perpetuar en el poder: el hombre piensa como vive.
Sería interminable la lista de interrogantes. Pero todas arrojarían una sola respuesta: «fracasó el intento de soñar, de sacar a Cuba de la miseria, de hacerla una nación como otra cualquiera». Cuba, sin dudas, es un estado fallido.
El país sufre como nunca, los cubanos de adentro y de afuera lo padecemos. Es un paciente en fase terminal. No se le brindó una atención oportuna a esta enfermedad mortal. No se logró la prevención. El tratamiento del dolor no fue el mejor y aún persiste. Pero el paciente continúa vivo. Aún estamos a tiempo de que la Isla no muera, de que se siga desangrando.
Miguel Díaz-Canel tiene que entender, de una vez y por todas, que Cuba no puede más: No la dejes morir. Si tanto la amas, si tanto la quieres, no la acabes de sepultar. Convoca a un plebiscito, o lo que crea más prudente. Pero no sigas en el poder. Anuncia elecciones, pero libres, democráticas. Hasta yo me ofrezco de candidato, si es preciso, por tal de ver resurgir a mi isla bella. Podría utilizar tus medios de prensa para promover tu candidatura. En cambio, yo tendría solo esta vía, estaría en desventaja. Tendrías, supongo, más poder de convocatoria. No obstante, me lanzaría. Hagamos la prueba, pero para eso tienes que ser valiente. Te reto.
Tal vez no sea el más indicado para sustituirte, porque estoy seguro de que muchos lo harían mejor que yo, pero todos lo haríamos mejor que tú. No tengo dudas.
Se acerca otro primero de enero, otro primero gris, como los anteriores 64. Pero este, más gris aún. ¿Qué esperas, que sean 100? Tienes que parar ya. Tienes que detenerte, pero ya. Cambia, como yo cambié. Solo así Cuba podrá salir adelante.
Entiéndelo, la vía no es el socialismo. La solución no está en el levantamiento del supuesto bloqueo. La solución pasa por levantar en peso el modelo que no sirvió. Cambia tú también, y Cuba será próspera. El cubano lo ha demostrado en diversas geografías. Solo así saldremos del prolongado letargo, solo así dejaremos atrás tanta miseria y sufrimiento. Cuba volvería a ser como en el siglo pasado: la joyita de América.
Entonces, los televidentes volverían a escuchar… «desde Mayabeque Pablo Alfonso», para una televisora libre.

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