Por Oscar Durán
La Habana.- La próxima semana habrá teatro por la televisión cubana. Esteban Lazo y sus muchachones van a debatir -esa no es la palabra- sobre las metas económicas del 2024. El encargado de presentar el informe será Alejandro Gil, el ministro de Economía, quien debe estar copiando y pegando el mismo teque del año pasado, con algunos arreglitos nuevos.
Nadie se haga ilusiones con la intervención de Gil. Recuerden siempre la “situación” del país en estos momentos, donde solo hay dinero para mantener a la élite del castrismo y los viajes de Miguel Díaz-Canel a Europa o Asia. Por cierto, y disculpen que me desvíe un momento del tema: ¿se dieron cuenta de que Canel no viaja por América a mendigar? Todos sus vuelos son cruzando el atlántico. De eso hablaremos en otro momento.
Mientras tanto, en el parlamento hablarán sobre la marcha de la economía, sus resultados y desafíos en cuanto a los indicadores fundamentales, todo un trabalenguas para terminar diciendo, fiel a su estilo, que estamos mal, pero hay un solo camino: la revolución. Y uno aquí, de carnero, sin decir nada, sin poder protestar, durmiendo desvelado por los ladrones y tratando de conseguir tres libritas de cerdo para decir el 31 de diciembre, por lo menos, que comimos carne.
¿Qué se puede hablar o analizar de una economía en ruinas? ¿A quién le interesa el Presupuesto de 2024 si nadie lo entiende y mucho menos nos beneficia? ¿Para qué gastan tiempo hablando de metas y objetivos, cuando tienen un país que no despega ni con 50 caballos de fuerza? Qué va, señores, se puede ser desgraciado en la vida, pero hasta donde hemos llegado los cubanos, ni los haitianos nos hacen sombras.
Ayer mismo, sentado en el malecón con un amigo, viene un manicero, un tipo jaranero, graduado de Química en la Universidad de La Habana. Le compro par de cucuruchos y le suelto medio en broma: la próxima semana Alejandro Gil hablará en el Parlamento sobre las metas económicas para el 2024. Se vienen cosas buenas. ¿Qué me soltó el socio? “Sí, claro, cosas buenas, cómo no. Lo único bueno para este país es que Kim Jong-un equivoque la dirección de un misil y caiga en el medio de la Asamblea cuando estén todos los gordazos reunidos hablando estupideces”.
Así anda el cubano a día de hoy. Molesto. Cabreado. Es mucho con demasiado tanta miseria y escasez. Aquí no hay metas, planes, sueños. Todo eso murió hace rato. O te piras, o te la mamas dentro de esta basura de país. No damos más. Que si la bancarización, que si el ordenamiento, que si la inversión extranjera.
Deberíamos proponernos, como pueblo, una sola meta en el nuevo año: sacarlos del poder. Si la cumplimos, acabaríamos con unos cuantos males. No será fácil, pero al menos, saldríamos, de una vez y por todas, de la pata de los caballos que nos metieron hace 65 años y contando.
