Celos de Copos de Nieve y el persistente amor del escritor Fernando Godo

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Por Carlos Carballido

Texas.- Le atribuyen al más ilustre de los cubanos, José Martí, que entre las tres acciones que debe hacer un hombre en su vida, una es escribir un libro.

No hay certeza de que el Apóstol de la Independencia cubana lo haya escrito o citado alguna vez, pero lo que sí está claro que escribir un buen libro es hoy,  más que un reto, un pasaporte a que la impronta de un autor sobreviva a la avalancha de ignorancia que se nos viene encima.

Y esto es lo que Fernando Godo se ha propuesto con cada libro que escribe. Ninguno supera al anterior sino que es continuidad magistral de un propósito que hace gala de su profesión de historiador y periodista.   

Godo, un exiliado cubano radicado en Hialeah, Florida, me honró con el regalo de su más reciente publicación, Celos de Copos de Nieve, que resume en 10 historias bien narradas, el denominador común y muy poco destacado que ha movido a las grandes figuras de la historia universal: El amor que los inspiró como seres enamorados.

El autor, también reconocido como un certero y agudo analista político conservador, nos ofrece en Celos.. una mirada distinta al tema del amor que centró su anterior novela, en la que nos develó el más universal de los sentimientos que movió la vida de grandes figuras cubanas que ganaron lugar en la historia mundial.

El amor, fuente de virtud y desgracias, es descrito por los personajes seleccionados en esta nueva propuesta como un abanico de pasiones entremezcladas que ha movido a lo largo de la historia contemporánea y moderna a grandes hombres y mujeres.

Desde la infidelidad, la diferencia de edad y credos políticos, la violencia del matrimonio en que degeneran las relaciones amorosas y la negación de nuevos amoríos cuando perdemos al ser amado, son entre muchas,  las enseñanzas que usted encontrará en esta nueva lectura de Fernando Godo.

El estilo del autor es ese gran experimento que novelistas no hispanos han incursionado para romper esquemas literarios que por academicistas caen en el peligro de la repetición.

La critica literaria no siempre es generosa con los escritores, como Godo, que asumen el reto de ese estilo experimental en sus inicios para jugar con la estructura y organización de la obra de manera intencionada con el objetivo de transmitir al lector ciertas emociones o ideas. He escuchado a famosas escritoras en el exilio despotricar contra colegas que abrazan estos estilos quizá por seguir en el anquilosamiento y lo que les llevó a la fama.

A mi modo de ver,  Godo logra el reto en  un “estilo salteado o fragmentado” de la línea dramática en franco desafío a las convenciones y narrativas tradicionales de una novela.

Autores como el estadounidense William Faulkner, conocido por obras como «Mientras agonizo» y «El ruido y la furia», a menudo empleaba técnicas narrativas complejas, como el uso de múltiples puntos de vista y la estructura no lineal, lo que podía dar a sus novelas un estilo salteado y fragmentado.

Otros como Virginia Woolf, la escritora británica, fue pionera en el uso de la corriente de la conciencia y la experimentación con la estructura narrativa en novelas como «La señora Dalloway» y «Al faro», donde su estilo a menudo presentaba saltos temporales y narrativos. O James Joyce, que con su influyente obra «Ulises», empleó un estilo altamente experimental que incorporaba múltiples perspectivas, narrativas no lineales y una compleja estructura que desafió las convenciones literarias establecidas.

Otros autores de Hispanoamérica como Vargas Llosa por ejemplo también ha utilizado este recurso de picar los hechos históricos  para incluir o recrear una ficción dentro del suceso en sí como es el caso de La Tia Julia y el Escribidor.

El estilo no siempre sale bien. Algunos escritores han intentado hacerlo en entrevistas imaginarias pero que,para ser sinceros,  no han pasado de ser simples intentos baratos, sin rigor literario ni mucho menos periodístico, como aquella escritora que pretendió una entrevista con el fallecido Fidel Castro.  Por suerte no se llevó a un libro porque el fracaso era predecible.

Godo sin embargo y mas allá de desafiar el reto, se encarga de “ficcionar” el amor en los hechos históricos que han marcado sus protagonistas. Todos han sido seres enamorados. Para mal o para bien. Para el jubilo o la tristeza. Para la ternura y la violencia que, al final, se resumen en que el amor es tan incomprendido que pocos han sabido convivir con él sanamente hasta las últimas bocanadas de oxígeno antes de partir de este mundo.

Celos de Copos de Nieve son 10 narraciones salteadas y fragmentadas en el tiempo pero bien hilvanadas que, además,  son pequeñas clases de Historia mientras leemos una fortaleza que pocos saben lograr sin aburrir. Hechos que muchas veces pasaron por alto desde las escuelas hasta los libros de texto pero que exigieron de Godo un exhaustivo tiempo de investigación.

El drama de las tormentosas relaciones de pareja entre el beisbolista Joe DiMaggio y  la hedonista actriz Marilyn Monroe da título al libro. Pero el último capítulo sobre nuestro José Martí es sencillamente quien se lleva el premio mayor y que a todas luces marca el paso para un nuevo libro del autor.   

El amor, y parece ser la sentencia de estas historias noveladas, se quiera o no está presente en nuestras vidas.  El escritor es el más vivo ejemplo que lo ha llevado a encontrar en su esposa, Ania La O, la razón de su vida y obra. El amor, y esta parece ser la tesis del libro, mueve en el derrotero de la vida todo lo que somos pero que cuesta mantenerlo y honrarlo. Lo amamantamos o lo podemos matar con acciones impropias y aún así en la peor de las soledades sigue por ahí escondido en un rincón del alma.

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