Por Joel Fonte
La Habana.- Si en algo tiene experiencia el régimen de los hermanos Castro, mitómano obsesivo, es en la articulación de campañas de manipulación sistemática contra nuestro pueblo, y uno de los temas más recurrentes en ellas, por ser además parte de su agenda de tergiversación en lo externo, es el de los derechos humanos.
Así, a pesar de que la realidad de una isla-cárcel de 11 millones de almas, privada por más de seis décadas de los más elementales derechos, debería ser incontestable, son aún muchos miles los que creen en la mentira construida al amparo de la era comunista con eje en el este de Europa.
No pueden hablar de derechos humanos los autócratas que, como si estuviéramos en pleno medioevo, no ven a las personas que dicen gobernar como ciudadanos con derechos, sino como súbditos, como ciervos que estamos ahí para doblar la cerviz, para obedecer como autómatas, como soldados, sin rechistar cada orden que se nos da.
No pueden pregonar libertades y garantías los déspotas que crean instituciones corrompidas, desnaturalizadas, supuestos poderes de un Estado ficticio, que legislan normas infames, que articulan y sostienen aparatos represivos no para el bien público -porque ellos ni siquiera se ven a sí mismos como servidores públicos- sino contra ese mismo interés público, para protegerse a si mismos, dando continuidad a un sistema en el que el Poder actúa como fuente de enriquecimiento personal, como sostén de una cúpula militar, de una clase política oligárquica y contra el interés colectivo.
No pueden, como papagallos de circo mediático, alardear de derechos humanos en Cuba los que han exterminado a la nación cubana, encarcelando su arte, su cultura, trasnochando a un pueblo que soñaba con libertades, con democracia y derechos, que inició el siglo XX creando una República para construir una sociedad de igualdad de oportunidades, en un conglomerado de seres exhaustos, maniatados por la incertidumbre, que andando la segunda década del siglo XXI amanecen cada día preguntándose qué llevarán a la mesa para sus hijos.
¿Y cómo puede hablar desenfadada e impúdicamente un régimen tiránico de derechos humanos cuando el pueblo prefiere huir a lo desconocido, dejar atrás sus raíces, sembrando de cadáveres el mar y las selvas, fracturado sueños y familias, porque huir significa, futuro, libertad y dignidad?
Cómo pretenden que se les respeten sus mentiras, si nos han llevado al sótano de la humanidad para seguir imponiendo un sistema fracasado, una ideología absurda y criminal que defiende la exclusión y el ostracismo de la mayoría de la sociedad, porque no se subordina al pensamiento único que impone un grupo…?
Los cubanos solo tendremos derechos humanos y Patria verdadera cuando arrojemos del Poder a los corruptos que por demasiado tiempo lo han tomado como pedestal para pisotearnos como pueblo.
Y para eso, los hombres y mujeres de bien que estén comprometidos con la verdad, deben alzar la voz, la frente y el puño.
Un Hombre que no se atreve a decir lo que piensa, no es un Hombre honrado.
Basta de tolerar injusticias. No más temor. No más dictadura en Cuba.
