Oscar Durán
La Habana.- Se me fue el 2023. Y a estas alturas, pensé estar trabajando en cualquier cosa allá en los “Mayamis”, con mi residencia americana guardada en la cartera, con pila de dólares en el bolsillo y recargándole el celular a mi viejita los días 29 de cada mes. Pero no. Aquí sigo, en donde tú sabes, a la espera de 10 mil dólares, o que a mi primo Joe le caiga el cargo de conciencia y quiera ponerme el Parole.
La estoy pasando mal, pero tan mal, que si me coge Febrero de 2024 en esta pocilga, tendré que resignarme a echar canas aquí y declararle mi amor por Facebook a Miguel Mario Díaz-Canel, a ver si, por lo menos, tengo mi minutico de fama como el increíble de Lazarito, un tipo que salió públicamente a reconquistar una mujer y se volvió más importante que el Primer Secretario del Partido en Caimito, su pueblo natal.
¿Se acuerdan cuando nos dijeron que el 2023 sería un año mejor, lleno de avances? Pues de eso nada, mi socio. Estamos donde mismo, mirando cómo despega casi todos los meses con destino a Europa o Asia, el avión arrendado de Canel y su delegación circense. Ni el mismísimo Fidel Castro se atrevió a tanto con el tema de los viajes. Y si tú dijeras: “el hombre está consiguiendo de todo para el pueblo”…
Qué triste todo esto, ¿verdad? Ni un fin de año tranquilo vamos a tener. En donde vivo, el arroz de octubre todavía no llega y los huevos de septiembre andan de gira por Doha, Qatar. Entonces, ¿cómo vamos a recibir el 2024 con tantos atrasos? Vayan haciendo fleco la cáscara de plátano -si tienen- porque se viene ropa vieja vegetariana para todos los cubanos el 31 de diciembre.
Ah, pero no se mareen con un detalle: el régimen está tan asustado que ahora quiere desviar la atención con supuestos ataques por parte de “contrarrevolucionarios” residentes en el exterior. Nuestro porrista mayor, Humberto López, salió dando detalles al respecto y, por cierto, ha sido blanco de memes en las redes sociales. Según López, un cubano, procedente de Estados Unidos, entró en un Jestski por el municipio Martí y se le incautaron armas, como prueba clara de una «invasión» al territorio nacional.
Cuando Humberto soltó esa barbaridad, me estaba comiendo una croqueta Prodal y se me pegó en el cielo de la boca porque no me la pude tragar de tanto reírme. Estaba esperando ver imágenes del cubano entrando con un portaavión lleno de armamento o, tal vez, siete barcos cargados de municiones hasta la médula. ¿Pero en un Jestki? No, señores, ya el noticiero está llegando a otros niveles nunca antes visto.
Están cagados de miedo. Esa es la moraleja en todo esto. En vez de endeudarse -aún más- con Rusia o cualquier otro país y hacernos llegar, aunque sea, cinco libras de cerdo por persona para fin de año, prefieren mantenernos asustados, diciéndonos estupideces a través de un noticiero mierdero, lleno de mentiras y manipulaciones.