VEINTE AÑOS NO ES NADA

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Por Jorge Luis García Fuentes

Hermosillo.- No se trata sólo de nostalgia por un género de televisión que casi se extingue entre ñoñerías y concesiones a la corrección woke, también es la resistencia en pos de un futuro con derecho a bromear y a brindar por ello, con personajes peculiares, elitistas, incluso snobs o hasta insoportables, como en efecto siempre lo fue el doctor Crane.

Con el último episodio de la nueva Frasier esta semana, el clásico navideño en el que reapareció la otrora inseparable Roz (Peri Gilpin), la única del elenco fijo original —además de Lilith (Bebe Neuwirth), ocasional desde Cheers—, volvía también la esperanza de una segunda temporada en la que podrían animarse también Niles (David Hyde Pierce) y Daphne (Jane Leeves), para adornar mejor la continuidad de la historia familiar reubicada en Boston.

Peri Gilpin retornó muy bien conservada, sesentona y bella, en un par de quietas escenas, como dejando claro que la verdadera amistad nunca muere, que la lealtad hacia los seres queridos —así como los buenos chistes sobre la promiscuidad— no tiene por qué pasar de moda.
Los viejos fans de la pandilla madura/tercera edad que hace veinte años nos identificábamos más con Friends y que ahora nos vemos en otro espejo, el del apartamento 1901 del Elliott Bay Towers y el café Nervosa, disfrutamos cada goteo de episodio semanal en la secuela, algunos con copita de brandy en la mano y todos deseando más de esa ensalada mixta y huevos revueltos para la próxima Navidad.

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