LOS FEMINICIDIOS Y EL SILENCIO

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Por Anette Espinosa

La Habana.- Al terminar el mes de noviembre, las plataformas encargadas de confirmar los casos de muertes violentas entre las féminas en Cuba contabilizaban 80, una cifra alarmante, que, sin embargo, no tuvo eco en ninguno de los medios de la prensa oficialista, porque todos esperan una señal desde arriba para decir algo.

También es muy probable que el tristemente célebre Departamento Ideológico, la entidad que rige con mano de hierro la prensa cubana, espera a que comience enero para que se abra un nuevo conteo y todo comience de cero. Pero son 80 ya y falta un mes para que termine 2023. La cifra es espantosa.

Esas 80 mujeres que murieron a mano de sus esposos, de sus exparejas o incluso de violadores, como en el caso reciente de la adolescente Dorka Velázquez en el poblado de Aguacate, en Palma Soriano, no han merecido ni una mención en la prensa, sencillamente porque al castrismo no le interesa. Porque el día en que un medio oficial lo diga, decenas lo replicarán en el exterior y llegará a instancias internacionales, que no prestan ninguna atención a los grupos encargados de verificar estos casos dentro del país ni a los medios independientes.

En 2022 hubo 34 muertes de este tipo. Ahora 80, lo que representa un alza de más de 235 por ciento, en medio de un silencio descomunal de la dictadura, muy ducha en eso de por cientos, pero solo cuando a ellos les conviene. En otros casos, como en este, hacen mutis total, pasan la página y a seguir.

Las cifras no son definitivas hasta finales de noviembre, porque las plataformas que investigan estos casos aún no han logrado confirmar estas cifras, que pudieran acercarlas a los 90, para terminar el año muy cerca de 100, con lo cual casi se triplicarían los feminicidios de 2022.

La policía cubana no hace nada para evitar estos fenómenos. Incluso, en una estación policial, en Camagüey, un hombre asesinó a su novia a principios de año, sin que lo guardias presentes se inmutaran. Solo después de que el criminal macheteó a su víctima, un policía disparó contra el hombre.

Las historias son horripilantes y los encargados de darle visibilidad a cada uno de estos casos siempre se encuentran con la negativa a cooperar. Y la Federación de Mujeres Cubanas de cada municipio no responde llamadas ni aclara nada, porque su razón de ser es otra y no preocuparse por la seguridad de sus miembros. Para ellas solo vale recoger cotización y hacer propaganda a favor del régimen.

La Cuba de hoy, el país que avanza y que es la envidia del mundo, como dicen sus dirigentes, tiene dinero, autos, combustible y decenas de agentes para perseguir y acosas a Alina Bárbara López Hernández, la profesora, historiadora y activista por la libertad y una sociedad justa y sus seguidores, pero no para destinar fuerzas a encontrar, por ejemplo, al asesino de Dorka Velázquez.

 

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