Por Gretell Lobelle ()
Mantilla.- ¿Al final del día qué te quedará? Nadie cambia lo que está muerto. Nadie salva lo que no existe. Eso es una falacia. Te empeñas en algo que no tiene sentido. La soledad es una puta habilidosa, te da una fuerza increíble para después chuparte y llevárselo todo. Te aferras a una causa, hasta podrías morir por ella, sin entender que aquello en lo que crees ya no existe más.
Siempre estarán ahí los que te admiran, esos que se soban en la mujer que eres, esos que nunca, absolutamente, se pondrán tu traje. He ahí parte de su admiración. Tu representas lo que nunca serán. Esperan de ti que puedas con todo. Nadie piensa el precio que paga una con el dolor del útero, con la lágrima de un afecto.
La línea entre la existencia propia y la de la humanidad es muy fina. Es responsabilidad única, de una, cargar con nuestro destino. Sostenerlo, soportarlo, mantenernos entero. Es tan hermosa la vida, tan corta. Tan bondadosa se nos ha dado en amor, pero nos enredamos en conceptos morales, en valores etiquetados, en ideologías de hombres.
¿Al final del día dónde estás tú? Al final del día, estás cara a cara con tu soledad, con el dolor del útero, ese que solo tú sabes cuánto desgarra. El mundo puede ser abrupto y también puede alimentar el ego. El mundo no viste tu piel. Nunca la ha vestido. Ya no es antes, lo sabes, y tu mejor herencia, tu más grande y extraordinaria obra en esta tierra, tu misión más hermosa y genuina, es ser feliz.