Por Jorge Menéndez
Cabrils.- El presidente Miguel Díaz-Canel se ha ido de gira por el Medio Oriente. Visitará países que nadan en dinero por sus exportaciones de petróleo. Su principal objetivo es buscar inversores, y plata, para proyectos que «realmente impacten en la vida del pueblo cubano».
Por todos es conocido el proyecto del Mariel, donde se han establecido unas cuantas empresas, con producciones encaminadas a exportar o, en su defecto, vender sus productos en tiendas MLC, una moneda con la que no cobra ese pueblo, en el cual debe tener incidencia directa la inversión a la que Díaz-Canel se refiere.
Veamos proyectos turísticos: hace unos días Melia inauguró un nuevo hotel en Varadero. Ya perdí la cuenta de qué número es, pero sé que están construyendo hoteles cinco estrellas a todo lo largo y ancho de La Habana. ¿Pueden pasarse un fin de semana nuestros nacionales?¿Pueden ir a Varadero?
Recuerdo la última vez que estuve en Varadero, que me fui a alquilar tres tumbonas con dólares americanos, y ni aun así me dejaron, porque era solo para los clientes del hotel.
Se construyen, además, campos de golf, que conllevan decenas de miles de litros de agua para su mantenimiento, mientras el pueblo que debe percibir los beneficios no tiene ni agua.
Me gustaría ver, además, cuántos cubanos tendrán el privilegio de ver, desde el rascacielos que construyen en el Vedado, las imágenes de la imponente Habana.
Con tanto proyecto me pregunto: ¿realmente han tenido algún impacto en la vida del cubano? ¿Ha mejorado algo?
Vendrán los árabes a invertir. No tengo dudas, pero ¿y que cambiará?
El gobierno de Cuba ve una langosta, y primero se la comen ellos -los gobernantes- y luego la exportan. Donde hay una planta de tabaco, primero se lo fuman y después lo exportan. Y si ven un mango se lo comen, y si hay dos, o bien se los comen también o lo exportan.
La crisis económica que vive Cuba hoy es fruto del empecinamiento del gobierno en controlarlo todo y por no liberar a las fuerzas productivas siguiendo los legados de un ruinoso socialismo exclusivo, y ya no es posible resolverla con inversiones foráneas que nada aportan a la economía real.
Se necesita un cambio radical del sistema económico desde adentro, con la participación de todos, incentivando con salarios dignos a los trabajadores para que las transformaciones sean verdaderas.
No tengo dudas: hay que comenzar por las ramas que son impactantes para el pueblo, como salud, transportes, servicios de agua, luz y gas, alimentación.
El gobierno trata, equivocadamente, de limitar los precios en el campo a los pocos productos que de allí salen, incluso sin pagarle a los campesinos, y de lo que no se quieren dar cuenta es de que la escasez solo logrará que los precios sigan hacia arriba. Los precios los controla la oferta y la demanda, y no el gobierno. El gobierno está para otras cosas.
Cuba está hoy en lo más profundo del barranco y el gobierno dando giras por el mundo pidiendo inversiones y dinero como un mendigo, fruto de la mentalidad socialista.
Ningún proyecto por bueno que sea y sometido al control del estado puede ser beneficioso para el pueblo. Seguimos navegando sin brújula.