Por Jorge Sotero
La Habana.- En Manzanillo, la familia de un joven implora por insumos con los cuales poder operarlo, porque el hospital de aquel lugar no tiene ninguno. No hay tornillos, ni anestesia, ni jeringas. El joven se cayó de una palma desde el lunes pasado y al menos hasta ayer permanecía en el centro de salud con sus huesos rotos, alguno hasta afuera, y adolorido, sin que los médicos pudieran hacer nada.
Mientras, el impuesto presidente, Miguel Díaz-Canel, toma un Airbus A330-202 y parte a una gira por el Oriente Medio. La aeronave va llena de colaboradores: escoltas, equipo de prensa, asesores, esposa, ministros, pantristas, equipo médico -con enfermeras y masajistas incluidos- encargados de la ropa del mandatario y su séquito, tantos que no cabe uno más en el avión.
La renta diaria del aparato vale, según el siempre bien informado periodista Siro Cuartel, unos 11 mil dólares, pero pudieran ser más, además del combustible y todos los otros gastos para poder volar. Luego, se hospedan en hoteles supercaros, donde alquilan pisos completos.
Y si eso fuera poco, y porque todos no cabían en el avión, una avanzada partió antes vía Moscú, donde se alojaron también en un hotel de lujo, antes de salir hacia los Emiratos Árabes, donde esperaron a Díaz-Canel y compañía.
Entre una cosa y otra, su viaje por el Oriente Medio, que incluye también Irán y Qatar, significará una mordida grande para el erario, pero eso no le interesa al mandatario, muy feliz en su papel de gobernante, sobre todo cuando sale de Cuba en una aeronave de lujo, rodeado por cientos de aduladores, y es recibido con alfombra roja allá a donde va.
Ninguno de esos viajes del mandatario, incluyendo los de Rusia, han reportado nada para el pueblo cubano: no hay alimentos, tampoco medicinas, el transporte público no existe, los combustibles escasean, siguen los apagones, y aumenta la represión. La inflación alcanzó cifras escalofriantes y salvo lo que entra por la vía de las remesas, que esquilman al pueblo con precios leoninos en las tiendas en divisas, no hay otra entrada segura de dinero.
📹| Desde que el país caribeño y la nación anfitriona establecieron relaciones diplomáticas el 18 de marzo de 2002, los nexos se han caracterizado por la voluntad de llevar los vínculos económicos y comerciales al alto nivel que marca la cercanía política y diplomática. pic.twitter.com/MBEdNVeJjo
— Presidencia Cuba 🇨🇺 (@PresidenciaCuba) November 28, 2023
Sin embargo, una parte de lo que entra lo destinan para los viajes de la cúpula. No solo viaja el mandatario o la papa sin sal del vicepresidente, Salvador Valdés Mesa, también lo hace en avión rentado el primer ministro, Manuel Marrero, quien lleva incluso hasta el encargado de preparar sus dulces preferidos.
Ya sé que algunos pensarán que exagero, pero no: les aseguro que es tal cual lo cuento. Con Marrero, como con Díaz-Canel, van cocineros, pantristas, encargados de la ropa, auxiliares, escoltas. Imaginen si van tantos que con el Hombre de la Limonada no cabían todos en el avión, y el aparato es un A-330. No digo más.
Eso sí, para esos viajes y para reprimir, hay fondos. Hubo todo lo que necesitaron para todo el revuelo que montaron alrededor del juicio a Alina Bárbara López Hernández, en Matanzas, pero no hay para la limpieza de los hospitales, ni para los medicamentos, ni para los insumos de los quirófanos. Tampoco para las escuelas, ni para comprar harina con la cual producir pan, o piensos para la crianza de cerdos, ni para la leche de los niños y los ancianos.
No me explicó cómo no les da pena a la camarilla dirigente tomar una aeronave y salir por el mundo a cumbres, a pedir limosnas, a pasarlo bien, y olvidarse de que no hay ni jeringuillas en los hospitales, y tampoco anestesia ni otros insumos. Lo hacen porque no les interesa el pueblo, y porque los que mandan y sus familias tienen todos los problemas resueltos. Si se enferman, los llevan a la Clínica Cira García o al Cimeq. Y problema resuelto. Lo demás no es su problema.
Mientras, el muchacho que se cayó de una palma en Manzanillo tiene a su familia corriendo para ver cómo puede conseguir lo necesario para operarlo. Todo eso en el país en el que todos somos iguales, según los dirigentes. Asco.
