El Juramento hipocrático en sus orígenes
El texto original empezaba con una invocación a los dioses: “Juro por Apolo, médico, por Esculapio, Higía y Panacea, y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento”.
Más adelante se mencionaba la importancia de los maestros y el compromiso que se adoptaba con sus hijos para aprender esta medicina. Así mismo, se corrobora el compromiso para curar a los enfermos sin usar venenos ni sustancias tóxicas que pudieran poner sus vidas en peligro: “Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, ni sugeriré a nadie cosa semejante; me abstendré de aplicar a las mujeres pesarios abortivos”.
Posteriormente existían referencias a los actos corruptos, al posible abuso de poder y al secreto profesional: “…me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos. Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos”.
Cambios surgidos en el siglo XX
La primera redacción y aprobación del juramento fue la llamada “Declaración de Ginebra”, que tuvo lugar en 1948, tras los crímenes cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento se reunió la Asociación Médica Mundial (AMM) y acordó realizar una serie de cambios. Años después volvió a ser revisada por la AMM, realizándose una nueva revisión a comienzos del siglo XXI y, finalmente, otra en el año 2017.
En estas revisiones se dejó de lado la ética paternalista inicial, en donde se tenía únicamente en cuenta la opinión del médico. Evidentemente en el texto actual prevalece la opinión del profesional sanitario, pero se empodera la figura del paciente, una derivada a la que se ha llegado cuando en la década de los noventa del siglo XX se empezó a gestar la idea del respeto de la autonomía y la dignidad de los pacientes.
También se ha incorporado en la última versión la importancia de compartir los conocimientos médicos en beneficio no solo de los avances de la ciencia, sino también de los pacientes. Y se puso el acento en la figura del médico como paciente potencial: “…cuidar mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar atención médica del más alto nivel”.
Como hemos visto, la versión inicial prohibía la realización de la eutanasia y el aborto, en este la versión actual solo menciona: “velar con el máximo respeto por la vida humana”.
Un aspecto importante que recogen la nueva versión es el corporativismo: “Considerar como hermanos y hermanas a mis colegas: es necesario un respeto mutuo entre los médicos para poder actuar en conjunto en caso de ser necesario”.
También se subraya la justicia e igualdad del acto médico: “No permitiré que consideraciones de afiliación política, clase social, credo, edad, enfermedad o incapacidad, nacionalidad, origen étnico, raza, sexo o tendencia sexual se interpongan entre mis deberes y mi paciente: un médico debe atender a todos los pacientes sin excepción porque todos tienen los mismos derechos en la atención sanitaria de la salud”.
El juramento hipocrático actual se cierra con la siguiente petición: “Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria”.
Sin validez legal
A lo largo de todo este largo camino ha dejado de ser un juramento y se ha convertida en una promesa, poniendo en juego el honor de los profesionales. En el texto actual se comienza: “Prometo solemnemente dedicar mi vida al servicio de la humanidad”.
A día de hoy el juramento hipocrático carece de validez legal, tan solo es un acto simbólico que realizan los estudiantes cuando han completado su formación pregrado. Y es que a pesar de que en estos veintiséis siglos se ha ido fraguando un enorme conocimiento se ha querido mantener el homenaje al padre de la Medicina y subrayar aquellos aspectos éticos más importantes a los que los nuevos profesionales deben comprometerse.