Por Joel Fonte ()
La Habana.- Desde que Fidel Castro instaló su régimen de represión, manipulación, autoritarismo y miseria, en Cuba no ha habido gobierno. El concepto «gobierno» tiene origen en la existencia de una estructura de Poder -es parte del Estado- encargada de organizar y ejecutar la administración de un territorio dado, lo cual abarca y tiene como objeto esencial a la población de este.
Si esas funciones dadas al gobierno no son cumplidas porque las necesidades de la economía y la sociedad no son satisfechas, entonces el gobierno deviene en un ente parasitario, enfermo, en una estructura de individuos que ostenta ese Poder como un fin en sí mismo, para privilegiarse con su ejercicio, y no como vía para cumplir con esas obligaciones.
Pero en Cuba no solo ocurre desde hace más de seis décadas que el Poder de ese mal nombrado «gobierno» es más que todo fuente de enriquecimiento y corrupción, sino que los vicios que genera se han normalizado a la vista de todos, se han «institucionalizado»: lo absurdo es racional.
¿Cómo se ejemplifica esa aberración de convertir lo amoral, lo criminal, en lícito?
Pongamos ejemplos: ¿cuántas veces hemos escuchado a lo largo de nuestras vidas en este país robado, decir a los caudillos, a los amos del castrismo -y también a sus peleles, a sus títeres- que «el gobierno hace esfuerzos enormes…»; que «el gobierno revolucionario se sacrifica…»; que «el gobierno no descansa, no deja de luchar por su pueblo…».?
Esas manifestaciones, si para algo sirven además de manipular la mente de cientos de miles de cubanos que aún son rehenes de su ignorancia, de su credulidad, es para mostrar la naturaleza infame de tales «mesías»…
No existe tal sacrificio, tal vocación de mártires en una cúpula y la clase política que ha creado, y que llevan décadas repitiendo las mismas mentiras edulcoradas con nuevas promesas, según sea el contexto.
Incluso en esa obra teatral impuesta y llevada por ellos a escena en el 2019, que es su constitución, hay todo un Capítulo -el IV- que en cuatro Secciones nos expone la estructura y funciones del «Gobierno de la República» como órgano ejecutivo del Estado.
Allí, por ningún lado, ni al derecho ni al revés, se dice que los «dirigentes revolucionarios» tienen que sacrificarse…
Entonces, si el «gobierno» no gobierna, si la vida es cada año, cada mes, semana y día, más insoportable para 11 millones de cubanos -porque los privilegiados son siempre una minoría en proporción al resto-; si nos han robado todos los derechos políticos, económicos, sociales, culturales…; si nos han arrastrado a la miseria más completa y hasta dar de comer a nuestros hijos y ancianos es un imposible, ¿cómo es que no pasa nada, y esos de siempre abarcan cada vez más privilegios, y sus vientres crecen, y crecen sin fin…?
¿Por qué su incompetencia o corrupción no los lleva a la cárcel, o al menos no los arroja a un oscuro rincón luego de ser echados, despedidos de esas funciones que incumplen…?
La respuesta emerge una y otra vez en un ciclo interminable y absurdo: porque todos ellos constituyen un mismo aparato de Poder, que es la dictadura castrista organizada en el partido comunista y el aparato militar que la vela, y en el de propaganda que la maquilla groseramente.
¿Qué hacer ante esa realidad que nos avasalla, que nos está exterminando lenta pero gradualmente como nación?: Decir BASTA, y alzar la voz y el puño.
Porque no hay fuerza que detenga a un pueblo que ha descubierto su verdad y se resuelve a defenderla.
Un hombre que no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado.
No más temor. No más dictadura en Cuba.