Por Anette EspinosaLa Habana.- En Cuba no hay medicamentos. No hay ni los imprescindibles para controlar la presión arterial, y tampoco hay insumos de ningún tipo para los hospitales, y Granma se contradice al explicar las causas por las cuales las farmacias permanecen vacías. O contradice lo que habitualmente dicen los gobernantes.
El medio oficial del Partido Comunista dice en su titular que «El 95 % de las carencias de medicamentos se debe a la falta de materias primas» y ya en el cuerpo de la nota intenta dar otros argumentos, a veces poco entendibles, como todo lo que emana de Granma, o lo que dicen las autoridades de cualquier sector.
Lo de las materias primas, aclara, representa el 95 por ciento de las carencias, pero hay otro cinco por ciento relacionado con las plantas de producción. Y uno se puede preguntar cómo es posible que si no hay insumos, las plantas dejen de producir con la otra cantidad de insumos que tienen. Un poco raro, ¿verdad?
Lo intenta explicar también, a través de Eduardo Martínez Díaz, presidente del Grupo Empresarial BioCubafarma: «el 5 % restante estuvo relacionado con paradas en las plantas de producción, debido a roturas o mantenimiento». Osea: unas plantas que o trabajan nunca, porque no tienen materias primas, tienen roturas y que hacer mantenimientos. Hummm, suena raro.
Y algo asombroso: BioCubafarma tiene dinero, o por lo menos eso intenta decir Martínez Díaz: «en el caso del financiamiento para las materias primas, aunque tengamos el dinero, existen problemas en el pago a los proveedores, debido a las negativas de los bancos de trabajar con Cuba, por el bloqueo, política unilateral de EE. UU. que también ha impactado a algunos proveedores que han dejado de suministrar, a lo que se une un déficit mundial de materias primas y material farmacéutico».
Esto último da risa: sobre todo lo del déficit mundial de material farmacéutico, porque siempre que necesito algo se lo pido a algún amigo de esos que viven en cualquier lugar del mundo y siempre me lo mandan, hasta un kit para la operación de la vista de mi abuela, por sugerencia propia del cirujano, quien me dijo que era la única vía para poderla operar.
Me gustaría saber si alguno de los lectores, en algún lugar del mundo, ha sufrido por escasez de productos farmacéuticos, y si las farmacias de los lugares donde viven permanecen como las cubanas: vacías, cayéndose a pedazos, con los centenarios anaqueles vacíos de enero a diciembre.
Según Granma, «una de las cosas que hace nuestro enemigo es evitar que entren divisas al país», como si ese «enemigo» tuviera la culpa de que en Cuba no se produjera nada que sirviera para exportar y tener dinero. Ese es el mismo que le vende el pollo y las pocas cosas que pueden comprar para que la población no termine de morir de inanición.
Y Martínez Díaz aprovecha el pie y asegura que «para nosotros esta es una de las prioridades de trabajo día a día, porque si no tenemos esos ingresos no podemos adquirir después la materia prima, y nuestras fábricas producir, y nuestros trabajadores tener ingresos. Por esa razón, hay que buscar alternativas permanentes», solo que hasta ahora no han encontrado esas alternativas, porque las farmacias siguen vacías, y desde hace mucho tiempo.
Al final, Granma dice que BiocubaFarma produce unos 795 medicamentos destinados al sistema nacional de salud, que no tiene nada para enfrentar las más mínimas contingencias. Por no haber, no hay ni analgésicos, así que no sé a qué sistema de salud hace referencia.
Ni tampoco a qué farmacias van los 338 fármacos que, dice, componen el cuadro básico para esas instituciones.
La parte final de la nota es de risa, porque habla de líneas de producción, proyectos, líneas recapitalizadas o nuevas, investigaciones, avances, formulaciones y candidatos vacunales. En fin, cosas para dormir al que lee, y que se crea lo de siempre: lo de que el país avanza.
Pero el lector avezado se da cuenta de que avanza, pero marcha atrás y loma abajo, y anda tan cerca del abismo definitivo que no le resta mucho para caer.