Por Joel Fonte
La Habana.- La UNICEF celebra el 20 de noviembre el día internacional del niño, en su empeño de visibilizar la causa de los derechos de la infancia y promover el respeto a ese importante segmento de la sociedad global.
Se toma la fecha porque ese día, en 1959, se aprobó por la Organización de las Naciones Unidas la Declaración de los Derechos del Niño. Asimismo, el propio 20 de noviembre, pero 30 años después, en 1989, se aprobó finalmente la Convención de los Derechos del Niño.
A pesar de ese afán de lo más noble del liderazgo mundial por proteger a los niños, son ellos las víctimas privilegiadas en muchos países y de muchas formas: se les explota laboralmente; se comercia con sus órganos; se les trafica sexualmente; se les emplea en el mercado de la droga y otros estupefacientes; se les utiliza como soldados en conflictos armados, en tropas regulares o paramilitares; se les emplea también en el crimen organizado.
Todas esas prácticas criminales causan repulsa, condena internacional. Sin embargo, de un modo incluso más global y amplio, a los niños se les victimiza silenciosamente utilizándolos en una actividad criminal que comúnmente realizan los regímenes autoritarios, las dictaduras: los utilizan como instrumento político.
Así pues, por poner un ejemplo típico, el hombre más odiado por la humanidad en toda su historia, protagonista del Holocausto -genocidio de aproximadamente 11 millones de personas, entre ellos judíos, discapacitados, homosexuales, gitanos, comunistas- y de los 50 millones de vidas que costó a todas las naciones involucradas en la Guerra que el desató, y que murió a sólo diez días de cumplir sus 56 años, no tuvo hijos con Eva Braun ni con ninguna otra mujer, pero eso no impidió que, a la vez que decía amar a la infancia y buscara hacerse fotos continuamente con muchachos bajo los reflectores del Partido Nazi, creara estructuras como las Juventudes Hitlerianas, las Waffen-SS, y otras dirigidas a utilizar a los niños y adolescentes con fines militares y de represión, en las que prevalecía un elevadísimo nivel de adoctrinamiento y fanatismo entre sus integrantes, y donde la crueldad hacia los seres humanos y la idolatría al Fuhrer eran premiadas.
Aunque parezca distante en el tiempo, tales monstruos mutan por generaciones, y así ha sido por décadas, antes y después del caudillo austriaco-alemán.
En Cuba, siguiendo el viejo modelo estalinista de manipulación de masas, los niños y adolescentes han sido las víctimas más indefensas de la furia y obsesión de Poder del castrismo.
En Cuba los niños no solo no reciben alimentación y servicios de salud adecuados, o son empleados en un servicio militar forzado que ha costado innumerables vidas -un día sabremos las cifras reales- o son víctimas de la prostitución a causa de las más dramáticas carencias, o son separados de sus familias y llevados a un exilio involuntario…
sino que son sobre todo víctimas de la más prolongada, intensa, enajenante y retorcida campaña de ideologización y adoctrinamiento prácticamente desde su nacimiento.
Esas campañas de la dictadura castrista persiguen perpetuar el régimen autoritario alimentando una visión acrítica de la cruel realidad que nos imponen, instalando el inmovilismo, la apatía, la tolerancia hacia las injusticias…
Organizaciones como la Organización de Pioneros José Martí, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, la Unión de Jóvenes Comunistas, o la Federación de Estudiantes Universitarios, son estructuras que por su contenido y fines, por el absoluto control que la dictadura cubana ejerce sobre ellas, nada tienen que envidiarle a aquellas que idolatraban la swastica y la mano extendida del líder nazi.
Quienes así obran, movidos por la impiedad hacia seres que no pueden determinar su voluntad, han practicado por décadas y practican crímenes de Estado contra nuestros hijos, y le roban a nuestra nación lo más sagrado y valioso de todo conglomerado humano: su futuro.
No permitamos que la maldad siga dirigiendo nuestros destinos como pueblo; merecemos vivir en libertad y democracia.