Arnoldo Fernández ()
Contramaestre, Santiago de Cuba.- A las dos de la tarde, en un municipio del interior de Cuba, como lo es Contramaestre, el calor es intenso; sobre todo si es 12 de marzo y la primavera está por romper. Toqué varias veces a la puerta de su casa. Tenía el presentimiento de haber llegado en un horario incómodo. Sentía platos y un silencio de sobremesa, muy difícil de invadir, si tenemos en cuenta que a esa hora, la gente toma una siesta, luego de un café, o sencillamente dialoga sobre zonas íntimas y no quieren extraños.
Un hombre alto, de unos 77 años, apareció por una acera contigua al hogar. Me invitó a pasar. Una espaciosa sala invita a la conversación. Varias poltronas nos acomodan. Su nombre, José Emilio Ropero Soto. Había llegado a Contramaestre en enero de 1957. Católico de nacimiento, con una hoja de vida dedicada por entero a la Iglesia Católica.
Conversamos sobre el propósito de la entrevista. Se refugió en su humildad. No quería hablar, a título personal, sobre sucesos que lo marcaron para siempre, entre los que sobresalen: la visita a la Santa Sede, por ocho días, y los tres encuentros que tuvo, durante la misma, con el Papa Juan Pablo II.
-¿Qué circunstancias históricas determinaron su visita al Estado Vaticano?
“En 1994 el Papa, Juan Pablo II, nombró al arzobispo Jaime Ortega, Cardenal de la Iglesia Católica Cubana. La investidura se celebró en Roma. De Cuba asistió una persona por parroquia. A mí, el Obispo de Santiago de Cuba, Pedro Meurice, me designó para ir por Contramaestre”.
-¿Qué significó, para José Emilio Ropero Soto, estar en el Vaticano?
“Llegar a la Basílica de San Pedro fue una emoción enorme. Sobre todo, visitar la tumba de Pedro, fundador de la Iglesia, al que han sucedido unos doscientos y pico de papas desde entonces. El hecho de apreciar la inscripción: “Aquí está Pedro”. Saber que sus restos estaban ante mí; que era el lugar exacto donde había sido crucificado, es una vivencia extraordinaria.
“Estuve en la Capilla Sixtina. Es un lugar que atesora valiosas obras de arte. ¡Es bellísima!
“Visité los Museos Vaticanos. Pasé muchas horas en ellos y pude apreciar la memoria histórica, y el patrimonio material, conservados en este conjunto de maravillas de la arquitectura cristiana”.
-¿Cuántos intercambios tuvo con el Papa Juan Pablo II?
“Estuvimos con el Papa tres días. Primero, en la investidura de Jaime Ortega; después en la Misa que se dio para todos los cardenales, en San Pedro; y finalmente, el día que nos recibió en Audiencia Privada”.
-De los sitios íntimos, vinculados a la vida de Juan Pablo II, ¿cuáles visitó?
“A los dos días, luego de la investidura de Jaime Ortega, visitamos Castel Gandolfo, residencia donde el Papa pasa el verano. Es una montaña elevada. Se trata de un viejo castillo, muy bonito, una especie de reliquia antigua. Me gustó muchísimo”.
-José Emilio Ropero Soto recibió la comunión de manos del Santo Padre, durante la misa dedicada a la Virgen de la Caridad del Cobre, en Santiago de Cuba, el 24 de enero de 1998. ¿Qué representó para usted ese acontecimiento?
“Fue una sorpresa muy grande. Se informó que iba a comulgar una persona por parroquia, que fuera fiel a la iglesia contra viento y marea, sobre todo en el tiempo en que la misma se quedó vacía. El sacerdote era muy joven, estaba recién ordenado. No sabía a quién elegir. Me designó para que yo lo hiciera. Le comuniqué que había tres devotos que reunían las condiciones. Escogimos a una de ellas.
“Dos días antes, de la visita del Papa, llegó una lista. El sacerdote me dijo que debía asistir para recibir la comunión. Protesté, pues habíamos elegido a otra persona. Dijo que el obispo Pedro Meurice me había incluido. ¡Eso fue para mí una emoción tremenda! Gracias a Dios conservó una fotografía del momento, como recuerdo imperecedero de mí encuentro con su Santidad”.
-Este 26 de marzo, como parte del Año Jubilar Mariano, llegará a Santiago de Cuba el Papa Benedicto XVI, para oficiar una misa por los 400 años de la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre. Ropero estará presente en el acontecimiento junto a los fieles de la Parroquia de Contramaestre. En un momento tan especial para Cuba: ¿Qué mensajes envía usted, a todos los creyentes y no creyentes, a propósito del simbólico hecho?
“El pueblo de Cuba está necesitado de esa espiritualidad que nos trae la visita de su Santidad.
“Benedicto XVI llegará con un mensaje de amor, caridad y, sobre todo, paz. Amor comprendido en el sentido bíblico como aquel que es paciente, servicial, no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca el interés ni se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra con la injusticia y siempre se alegra con la verdad (1 Cor.13, 4-6)”
No es un viaje proselitista. Viene a compartir con todos los cubanos. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”.
En la despedida hablamos de libros. Libros excepcionales como Cartas a Elpidio, del prebístero Félix Varela y Morales; la biografía escrita por Monseñor Carlos Manuel de Céspedes; o sencillamente una rareza sobre el autor intelectual de El Habanero. Espacio Laical pasó ante mis ojos. Leí un artículo de Mario Vargas Llosa, e incluso pasé revista a un Alfredo Guevara crítico. Un apretón de manos selló mi encuentro con la única persona de Contramaestre, que ha tenido la gracia de visitar la Santa Sede, y compartir, varias veces, con el benemérito Juan Pablo II.
No se podrá hablar de católicos fundacionales, en Contramaestre, sino se menciona a José Emilio Ropero, un patriarca de hablar pausado, exquisita cultura y una excelente persona.
*La entrevista al doctor José Emilio Ropero Soto la publiqué el 24 de marzo de 2012 en mi blog Caracol de agua. Nunca antes, ni después la prensa de Contramaestre, la oficial y la alternativa, publicó nada de este venerable caballero. El doctor Ropero falleció el 14 de noviembre de 2023, recién había cumplido 89 años.