Por Jorge Fernández Era ()
La Habana.- Horas antes del comienzo de la IV Conferencia «La nación y la emigración» se ha develado en toda su crudeza la hipocresía del pretendido «acercamiento». Fueron entregados los Premios Granmy Latinos en Sevilla y la prensa oficial solo hace eco del obtenido por uno de los artistas cubanos. Los demás, qué pena, no existen, no entran en ese «sentimiento misterioso» que reveló Díaz-Canel en Nueva York, el que se siente «cuando un artista provoca el reconocimiento del público a su talento prodigioso y se revela que es cubano».
El «diálogo entre nacionales» solo existe cuando se acepta que el camino «correcto» es el que traza el actual Gobierno y lleva hacia al abismo a la nación. Conversan solo con quienes no los cuestionan y se hacen cómplices de su sostenimiento, aun cuando todo el mundo sabe que esto hace rato que no es socialismo ni nada que se le parezca.
Mientras se orquestan comedias como la que acaba de acontecer en Ginebra, a la profesora Alina Bárbara López Hernández se le cita para un juicio donde será juzgada por el «delito» de decir lo que piensa y exigir se cumplan los derechos que la Constitución dice que tenemos. Dichos derechos se violan en su caso, en el mío y en el de tantos otros a los que se les impide disentir de políticas neocapitalistas disfrazadas de utopías cada vez más irrealizables.
Por eso seguimos protestando. Y hoy toca.
