Carlos Cabrera Pérez
Madrid.- Cuba ha disfrutado de una excelencia educativa que viene de la República y acabó cuando Moscú dejó de creer en lágrimas de cocodrilo.
Uno de los peores ejemplos de la barbarie tardocastrista son el deterioro de los paradigmas educativo y sanitario, que hoy funcionan bajo reglas del capitalismo feroz al que la casta verdeoliva y enguayaberada jura combatir ferozmente.
Las familias con recursos made in FE y pequeña empresa privada pueden instruirse y curarse mejor, el resto sobremuere abandonado a su mala suerte.
En este caso, una imagen vale más que mil palabras y nadie sensato, por muy partidario de la dictadura más vieja de Occidente que sea o simule, puede aceptar que maestros destacados sean humillados con la limosna de una mano de plátanos; mientras el Cangrejo, dizque nieto favorito de Raúl Castro, viva como un play boy de Miami, siendo un cretino malicioso.
Ser maestro, en la mayoría del mundo, implica una dignidad y una nobleza que los necios desprecian y pisotean, porque su interés real es el poder y nunca la nación.
El gesto humilla a quien lo promueve y practica y nunca a quien posa para la foto, que simboliza su condición de empobrecido por el comunismo de compadres.