Arturo Mesa
…de la serie…(Los Atlantianos)
Atlanta.- Llegué temprano al lugar. EL transporte me jugó una mala pasada y en vez de hacer el recorrido en una hora, como aseguraba la página, lo hice en media hora.
No había nadie aun y empecé a caminar. Llegué pronto a la cascada, metí el pie en el agua y tiré algunas fotos. Luego subí por un trillo algo empinado hasta el nivel de la calle. Según la página, el sendero es circular y da igual que cojas pa´ un lado que pa´l otro.
Cuando llegué arriba, vi dos animales grandes a unos cien metros y supuse eran dos cerdos. Al instante se movieron de forma muy ágil y comprendí que no podían ser cerdos. Podían ser perros, pero ni tenían collares ni había nadie con ellos, entonces me retiré por donde mismo vine. La página decía que podía haber venados allí, aunque aquellas cabezas no tenían nada y eran animales gordos.
Tomé hacia el otro lado, cogí una rama fuerte y me hice de un buen bastón – arma a la vez—porque aquellas dos criaturas no me iban a joder la excursión. Le di la vuelta al río sin subir más ningún trillo y regresé al inicio del sendero. Había un cartel que hablaba de una batalla importante cuando la Guerra Civil.
Llegaba una señora mayor, sola, y con mochila y traje de caminatas. Vi fantasma, me dije, aquí la gente viene a hacer ejercicios. Cuando pasó por mi lado, le ofrecí mi rústico bastón porque lo que me faltaba solo eran fotos y buscar al dichoso pájaro carpintero raro que habita por ahí. Rechazó la oferta amablemente y no sé si lo hizo para burlarse de mí pero al instante sacó de su mochila unos palos para caminar de esos con los que se sube hasta el Everest. Ah bueno, con la punta que tienen esos palos, como si viene un oso, pensé.
Minutos después se acercó un grupo de otras 10-12 mujeres de edad avanzada, negras y con palos similares. Se fueron también tras la primera y no las vi más por el tiempo que me dediqué a tirar fotos, merendar y escuchar el canto de los pájaros a ver si encontraba al sujeto. Creo que al rato lo vi, es decir, si es más pequeño que el nuestro, lo vi, sino era un pájaro rojo y azul más. Hasta le tiré foto, pero veo que no salió bien. En fin, que estuve allí un tiempo más hasta que pensé debía apurarme no fuese a ser que aquellas mujeres cogieran la misma guagua que yo de vuelta a la civilización y un asientico no me vendría mal.
Después de estar unos diez minutos en la parada las vi regresar con sus bastones Everest y su ropa deportiva. Se acercaron todas al parqueo, abrieron el maletero de sus mazdas, sus hyundais, sus toyotas y sus fords, guardaron sus palos y sacaron sus bebidas de las neveras así como sus meriendas. Al terminar, arrancaron sus autos llegaron a la intersección de Cascade Avenue y doblaron a la derecha en donde un tipo raro llevaba rato esperando por una guagua.