HOY EN LA HISTORIA: DANIEL BARENBOIM

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Por José Walter Mondelo
La Habana.- Hoy cumple 81 años el mayor pianista y director de orquesta vivo, el inmenso Daniel Barenboim. Como pianista, sus interpretaciones de las obras de Mozart, Beethoven y Brahms son icónicas.
Los críticos aseguran que las grabaciones de las 32 sonatas para piano de Beethoven y de los dos conciertos para piano de Brahms encontraron en Barenboim la “perfección”. Director de la Staatskapelle de Berlín, de la Filarmónica de Viena y de otras famosas orquestas clásicas, ha sido distinguido con una lista de premios que incluye el Konex, el Wolf, la Medalla Goethe, el Leónie Sonning, y otros.
Junto a su legado artístico, Barenboim ha sido un tenaz defensor de los derechos humanos, convencido de que el buen arte es capaz de superar muchas diferencias, un camino de la justicia y de la paz.
El 9 de mayo de 2004 pronunció el discurso más importante de su vida. Fue en el seno del Parlamento israelí, en ocasión de los premios entregados por la Fundación Wolf. Vale la pena recordarlo hoy, en medio del horror en Gaza, como testimonio de coraje e integridad de un insigne músico y un ser humano ejemplar. Feliz cumpleaños, Maestro!
«Quisiera expresar mi profunda gratitud a la Fundación Wolf por el gran honor que hoy se me está concediendo. Este reconocimiento es no sólo un honor, sino también una fuente de inspiración para mi actividad creativa adicional.
«Fue en 1952, cuatro años después de la declaración de la independencia de Israel y siendo un muchacho de diez años, cuando, junto con mis padres, llegué a Israel desde la Argentina. La declaración de la independencia fue una fuente de inspiración para creer en aquellos ideales que nos transformaron de judíos en israelíes.
«Este notable documento expresaba este compromiso: «El Estado de Israel se consagrará al desarrollo de este país, para el beneficio de todo su pueblo. Se fundará en los principios de libertad, justicia y paz, guiado por las visiones de los profetas de Israel. Concederá los derechos de igualdad social y política a todos los ciudadanos, sin importar diferencias de creencia religiosas, raza o sexo. Asegurará la libertad de religión, conciencia, lengua, educación y cultura». Los padres fundadores del Estado de Israel que firmaron la declaración se comprometieron, en su nombre y en el nuestro, a «buscar la paz y las buenas relaciones con todos los Estados y pueblos vecinos». Hoy pregunto con profunda aflicción: ¿podemos nosotros, a pesar de nuestros logros, ignorar la intolerable brecha entre lo que la declaración de la independencia prometía y lo que cumplió, la brecha entre la idea y las realidades de Israel? ¿Se ajusta la condición de ocupación y dominación sobre otro pueblo a la declaración de la independencia? ¿Existe algún sentido de independencia de unos a expensas de los derechos fundamentales de otros?
«¿Puede el pueblo judío, cuya historia es un registro de continuos sufrimientos y despiadadas persecuciones, permitirse ser indiferente ante los derechos y los sufrimientos de un pueblo vecino? ¿Puede el Estado de Israel permitirse el sueño irrealista de buscar un fin ideológico para el conflicto en lugar de perseguir un fin pragmático y humanitario, basado en la justicia social?
«Creo, a pesar de todas las dificultades, tanto objetivas como subjetivas, que el futuro de Israel y su posición en la comunidad de las naciones ilustradas dependerán de nuestra habilidad para realizar la promesa de los padres fundadores, tal como ellos la canonizaron en la declaración de la independencia.
«Siempre estuve convencido de que no existe solución militar para el conflicto árabe-judío, ni desde lo moral ni desde lo estratégico. Y ya que buscar una solución es inevitable, me pregunto: ¿por qué esperar? Esta es la verdadera razón por la cual fundé, con mi difunto amigo Edward Said, un taller para jóvenes músicos provenientes de todos los países de Medio Oriente, judíos y árabes. A pesar de que, por ser un arte, la música no puede comprometer sus principios y de que la política, por otro lado, es el arte del compromiso, cuando la política trasciende los límites de la existencia presente y asciende a la más alta esfera de lo posible, ella puede ser acompañada por la música.
«La música es el arte de la imaginación por excelencia, un arte libre de todos los límites impuestos por las palabras, un arte que toca la profundidad de la existencia humana, un arte de sonidos que atraviesa todas las fronteras.
«Como tal, la música puede llevar los sentimientos y la imaginación de israelíes y palestinos hacia nuevas e inimaginadas esferas. Por lo tanto, he decidido donar la dotación de este premio a los proyectos de educación musical en Israel y Ramallah. Muchas gracias.»

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