Por Alina Bárbara López Hernández ()
Matanzas.- El duelo de símbolos se ha hecho parte de nuestra realidad cotidiana: canciones vs canciones, performans vs performans, colores vs colores… Entendamos algo, un símbolo es una señal identitaria, un código compartido por los miembros de un grupo humano, (porque la capacidad de simbolizar requiere un proceso de abstracción exclusivo de los seres humanos) que les hace reconocerse en tanto tales, sea un grupo étnico, político o de otra índole. No se trata entonces de una simple «competencia».
Un símbolo político -sea un emblema, una consigna, una canción, determinados colores- expresa ideas o sentimientos que agrupan a las personas porque encuentran en ellos un sentido y los aceptan. No todos los receptores de un símbolo tienen porqué compartir los mismos valores e ideas, aunque en esencia comparten la misma causa y entienden o decodifican así el símbolo.
Los símbolos políticos, a diferencia de los étnicos que son muy perdurables, pueden debilitarse en el tiempo cuando las personas dejan de sentirse representadas por ellos. Entonces es en vano lo que exigía la reina de Alicia en el país de las maravillas…