SOBRE EL NOMBRAMIENTO DE ALEXIS TRIANA COMO PRESIDENTE DEL ICAIC

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Por Alina Bárbara López Hernández
Matanzas.- La primera vez que escuché hablar sobre él fue en los ochenta, cuando era yo una estudiante universitaria. En voz baja y de boca en boca pasaba la anécdota del joven dirigente de la FEU en la Universidad de La Habana que le había plantado cara a Fidel en una álgida reunión. Mucho después supe más detalles sobre aquel incidente a través de un amigo que estuvo presente. También conocí que la valentía le costó cara al dirigente estudiantil: fue enviado de La Habana a Moa.
La segunda vez que escuché hablar sobre él también lo conocí. Era el director de Cultura de Holguín, provincia que visité durante muchos años para asistir a los Congresos Iberoamericanos de Pensamiento que se organizaban dentro de la Fiesta Iberoamericana de la Cultura a fines de octubre. Su eficiencia, organización y equipo de trabajo eran admirables. Dudo que otra provincia hubiera llegado a tales resultados.
Establecimos una relación cordial. Por ser presencia habitual al evento durante cinco años consecutivos, él me pidió que interviniera en una actividad de clausura con el propósito de valorar la importancia y organización del mismo.
En otra oportunidad polemicé con un funcionario del Partido que, invitado al evento, realizó una desafortunada valoración acerca de los intelectuales en la que se hacía eco de la tesis guevariana del «pecado original de no ser revolucionarios». Después de que intervine desmontando aquellas palabras, Alexis Triana se me acercó, en privado, para decirme que concordaba conmigo.
Luego supe que había comenzado su ascenso dentro del Ministerio de Cultura y me alegré. Ese es el ministro que se necesita, dije. Me equivoqué. Muy pronto percibí que sería otro funcionario dogmático de línea dura.
Entre 2020 y 2021 me alarmó ver su proyección en redes sociales, el uso de epítetos y groserías, su irrespeto por el criterio ajeno. Algo muy grave fue la acusación (que hizo en su perfil de Facebook) de un atentado al hospital de Maternidad de Línea con cocteles molotov. Muchas personas le pidieron pruebas, confirmación de tan grave hecho, pues ningún medio había dado la noticia. Acusó a los que pedían pruebas de aceptar las mentiras del enemigo sin exigir tanta confirmación. Era la época en que estaba en su clímax el Movimiento San Isidro y Triana se hizo un portavoz notorio de la satanización de sus miembros. También de muchos artistas e intelectuales que estuvieron en el plantón del 27 N ante el Ministerio de Cultura.
Nuestra relación concluyó a raíz de una polémica en mi muro de Facebook. Fue cuando el programa La Pupila Asombrada decidió presentar por primera vez en un medio oficial a Celia Cruz. Fui respetuosa pero no concordamos en el debate. Su reacción fue bloquearme en esa red social.
Considero un enorme desacierto su nombramiento como presidente del ICAIC, mucho menos en momentos en que el gremio de los cineastas intenta dialogar con las autoridades sobre viejas y recientes inconformidades. Tal promoción trasmite un claro mensaje, y no es un mensaje alentador.

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