Por Ileana Medina Hernández
Tenerife.- Escucho desde hace mucho tiempo a Norah Jones, todos los años sale entre mis artistas más escuchadas en las estadísticas de Spotify.
No estoy a favor de la cancelación (eufemismo para la censura) ni la prohibición legal de ningún artista en ninguna parte, por supuesto.
Aunque del mismo modo que ellos tienen derecho a actuar donde quieran, los públicos tienen derecho también a manifestar su opinión e incluso ejercer presión, siempre que sea también de forma legal y sin violencia.
El concierto anunciado por Norah no parece gratuito como lo fue el de los Rolling, y ni siquiera parece dirigido al público cubano (aunque es posible que haya entradas para ellos, como siempre en su mayoría copadas por los segurosos, los camajanes del régimen y sus vástagos). Sino que parece más bien dirigido a vender un paquete completo de «experiencia cubana» a turistas extranjeros. A esos que les parece muy cool hacerse fotos con el fondo en ruinas de la Habana Vieja, con la vida en ruinas de los cubanos.
La verdad es que no sé, me van a disculpar los que lo tienen todo claro, si las políticas duras o blandas con respecto a la dictadura cubana, una de las más férreas y miserables del planeta, cuáles son más efectivas. Al final ese es y ha sido siempre el meollo del debate.
A mi corazón le duele lo que suponga apretar aún más a los míos que ya están bastante mal.
Pero a la vez veo que toda gota de oxígeno solo lo es para la cúpula nepótica que los oprime.
La mayoría de las veces solo tengo ganas de ignorarlo todo y marcharme donde no haya noticias. Come away with me.
(Tomado del muro de Facebook de Ileana Medina)