Por Jorge Menéndez
Cabrils.- El respeto se gana con respeto a uno mismo antes que todo. Y España tiene un problema hoy con la amnistía a Carles Puigdemont, y las negociaciones de este, en Bruselas, con representantes de Pedro Sánchez.
Muchos españoles se preguntan por qué, a pesar de una orden de búsqueda y captura contra Puigdemont desde hace varios años, este se pasea sin pudor alguno por Dinamarca o Alemania y, además, vive en Bruselas como si nada pasara.
¿Se acuerdan la forma en que Puigdemont huyó a Bruselas después de haber declarado la independencia de Cataluña? Lo hizo al más puro estilo Hollywood: se percató de que al coche en el que viajaba lo observaba un helicóptero de la guardia civil, y al entrar en un túnel, cambió de auto y huyó a la capital belga, para establecerse en un palacete que alquiló en Waterloo (a las afueras de la referida ciudad) que se paga con el dinero que nunca ha dejado de cobrar por haber sido presidente de Cataluña, es decir, con plata de nuestros impuestos.
Europa, limitándose a decir que una Cataluña sin España no tiene encaje en la Unión Europea, observaba los toros desde la barrera, pues nunca ha querido formar parte de lo que nunca se debió haber permitido.
Todos sabemos que a los nacionalismos excluyentes no se les puede dar ni un dedo, y todos, absolutamente todos, los gobiernos españoles lograron convivir con más o menos tranquilidad con el nacionalismo catalán, cediendo competencias a los gobiernos catalanes.
Ahora hemos llegado a tal punto que en Cataluña el español es un idioma marginal en la enseñanza y esa misma enseñanza se ha convertido en un nido de adoctrinamiento en contra del estado español.
Las competencias en salud, en educación, de policía y trenes ya están transferidas a Cataluña. Por lo tanto, el siguiente paso es la independencia, declarada hace ya algún tiempo, aunque inconstitucional, por el prófugo Puigdemont y sus secuaces.
Esta es la triste realidad de todos y cada uno de los gobiernos que ha habido en España durante la democracia. En tanto Europa, durante años, ha contemplado todo sin abrir la boca, pero consciente de que este momento llegaría.
Además de esto, cuando en Europa hay una guerra de año y medio y comienza otra entre Israel y Palestina, el tema número uno durante dos meses y medio en España fue el famoso beso del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a Jenni Hermoso, con la posibilidad de que este pague hasta cinco años de cárcel, en tanto se amnistía a Puigdemont.
De pronto, España y todos sus políticos engrosaron las filas del feminismo más recalcitrante jamás visto.
No contento con esto, el tema número dos fue la decisión del Ayuntamiento de Getafe de quitarle el nombre de Alfonso Pérez al estadio de fútbol de la ciudad, que llevaba en honor al afamado futbolista que puso en alto a España mientras jugó al fútbol.
Este futbolista, caballero donde los haya, compró con su dinero y le regaló al fútbol club de Getafe, un gimnasio, pues en aquella época el ahora conocido como equipo azulón era apenas un club de cuarta categoría. Dicho de otra forma: no tenían ni donde entrenar.
Después de retirarse, el señor Alfonso Pérez montó una empresa que inyectaba dinero al Getafe, comprando palcos que después llenaba regalando las entradas. Sin olvidar que participó también en el remozamiento del estadio, que es propiedad del ayuntamiento de dicha ciudad.
¿Cuál ha sido el delito de Alfonso Pérez?
Simplemente, hizo pública su opinión sobre que las futbolistas nunca podrían equiparar sus salarios al de los hombres, pues el fútbol femenino ni es seguido como el masculino, ni genera los recursos que este. Una verdad como una catedral.
Sin embargo, la España sumida en su onda feminista, que mucho daño esta haciendo a la familia española y al crecimiento poblacional, se erige con una bandera en Europa que no le corresponde, no es la suya, ni nadie la ha invitado a este tipo de fiestas.
Europa contempla todo esto como un esperpento, un desatino, que incluso puso en peligro La Copa Mundial de fútbol, que finalmente se le adjudicó a Marruecos, Portugal y España.
Después de estos hechos, ¿cómo podemos preguntarnos por qué Puigdemont se pasea impune por Europa?
Es el propio gobierno español el que no se hace respetar, en tanto reprime con balas de goma y gases lacrimógenos a la gente pacífica que no quiere la amnistía. Es el propio gobierno de España el que no respeta la división de poderes y se salta a la torera la decisión de sus jueces. Vamos a darnos un respetón para que después nos respete Europa.