Por Pablo Alfonso ( Especial para El Vigía de Cuba)
Silencio señores, silencio!
Que entren a la partida
Llámenla corredores
Zacatecas contra Nuevo León
Que se haga el giro, parejo
¡Vengan los gallos!
¡Vengan los gallos!, señores
México DF.- En México, decir gallo es sinónimo de hombre fuerte, valiente. Justo lo que es Higinio Jarillo un tipo que no le teme a nada.
Varios gallos de pelea lo han atacado. Su cuerpo lleva cicatrices por doquier. Las navajas (espuelas) lo han clavado fuerte y de qué manera. Estuvo incluso, a punto de perder una mano. Sin embargo, dice que esas ‘no son picadas para gallo fino’.
Así se cree él, así anda por las calles de la pintoresca colonia La Presa, perteneciente al municipio Álvaro Obregón, ubicada en el Estado de Ciudad de México. Blasona de tener tanto coraje, como los gallos finos pulgaderos que cría.
En la azotea de su humilde morada, en la que nos recibe él y su amorosa familia, le da vida a su mayor pasión. Más de 92 gallos de dos años, y 50 pollos de uno con sus cantos inagotables, dan su grito de alabanza al viajero y a todo el vecindario, agradeciendo a Dios otro día más de vida.
Cuatro son las razas con las que trabaja, la Brown Red, Caballo de guerra, Sweater y Kelson.
El sitio es testigo de su desvelo. A las seis de la mañana Higinio está en pie. Su esfuerzo es diario en post de un único objetivo, llevar sus gallos al palenque. La ancestral tradición en el país azteca se remonta a fechas tan tempranas como los inicios del siglo XVI, cuando los gallos de combate llegaron a nuestro continente proveniente de Europa.
Los amantes de estas prácticas realizan diversos torneos entre estas especies de animales, manteniendo viva la «Gallo-Cultura», no exenta de detractores por la crueldad a la que se someten las aves.
Higinio, es el hombre orquesta, él mismo los cría, amarra al animal, le pone las navajas y los suelta al enfrentamiento a muerte. La pelea dura 15 minutos. El gallo despliega el plumaje, muestra una actitud poderosa, su fuerza interna. Es fácil de notar a través de su serenidad. Los suyos hacen valer su posición jerárquica, pocas veces ponen el pico en la tierra.
Sus aves son como el dueño, no tienen que demostrar que son valientes. El débil, el inseguro, el cobarde, grita a los cuatro vientos que es fuerte. Higinio y sus gallos, no. Más de 30 años demostrando a toda la comarca con sus gallos, que él, sigue siendo el Rey.