Por Jorge Menéndez
Cabrils.- Es un hecho, aunque soy consciente de que a muchos de mis amigos no les guste, de que Europa está totalmente harta de la guerra de Ucrania. Y no solo Europa: hasta la misma cúpula militar ucraniana ya tiene problemas con Vladímir Zelenski.
La semana pasada, el jefe de todas las tropas de Ucrania, el general Valeri Zaluzhnyi, dijo sin ningún tipo de ambages para The Telegraf que la ofensiva ucraniana no había logrado absolutamente ningún avance y que en el frente había una situación sin salida.
De esto, desde luego todos somos conscientes, hasta Zelenski, pero este no da su brazo a torcer. Si en vez de estar dando viajes por Europa cada día, fuera uno de ellos al frente, su opinión cambiaría.
El líder del partido francés Patriotas, Florian Filipo, le pregunto a Zelenski si quería matar a todo su pueblo. Florian declaró que no entendía, visto lo visto, a qué juego había apostado, ante su negativa a sentarse a negociar.
La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, ha dicho sin tapujos que Europa está cansada de la guerra y que «nos hace falta una salida». De facto está reconociendo lo equívoco de la alineación europea con Estados Unidos.
Comienzan a cuestionarse los líderes europeos otras cosas, como, por ejemplo, las enormes cantidades de migrantes. Y se preguntan hasta dónde vale la pena empujar a Rusia a una superalianza con China, o la ascendencia creciente de Moscú en varios países de Africa.
También se plantean el papel de los Brics en la economía mundial.
Zelenski lleva varios días sin dormir, pues ve cómo Israel le quita protagonismo y dinero.
Será tiempo ya de parar la venta de armas y ponernos a pensar en cosas serias porque Zelenski está decidido a aniquilar a su pueblo.
Los polacos se negaron a mandarles más armas y hoy los camioneros polacos bloquean las fronteras, dejando pasar solo armamento europeo y animales vivos.
Eslovaquia también se niega a suministrar armamento, lo mismo que Hungría. El horizonte se va poniendo negro para el presidente ucraniano.