Por Jorge Menéndez
Cabrils.- La situación en Cuba es tal que ni las ramas prioritarias, como la turística, se salvan de la quema.
Hace unos días, una turista australiana, llegada de México, juraba no volver, timada, sin poder sacar dinero de su tarjeta de crédito, con hambre, y en un alojamiento para olvidar.
Hoy, una visitante canadiense decidió llevar a juicio a la agencia que le vendió sus billetes sunwing por publicidad engañosa, pues llegó a su hotel en Varadero y este, lejos de ofrecer las condiciones contratadas, estaba lleno de cucarachas, sucio, con una comida detestable.
Hace tres días, un contingente de turistas rusos por poco se rebela cuando su avión sufrió un desperfecto mecánico que los obligó a esperar más de 15 horas en el aeropuerto de Varadero. Se quejaron porque no les dieron nada caliente de comer, más que un bocadillo, y de los malos tratos y de la suciedad del pequeño aeropuerto del referido balneario, al que el gobierno vende como una perla con un servicio exquisito.
Ayer precisamente, la empresa Iberojet avanzó que se iba de Cuba por falta de rentabilidad. Lo mismo que han venido haciendo varias empresas americanas.
Es evidente que todas estas cosas no son casuales: el mal servicio, el boca a boca y la fama (mala) que se está ganando el turismo cubano, hacen que las empresas que se respetan, aparte de preocuparse por su rentabilidad, no quieran ser rehenes de un malísimo servicio.
Tampoco es casualidad que, mientras los otros polos turísticos de la región aumentan sus volúmenes de visitantes, Cuba tenga los hoteles vacíos.
El turismo cubano siempre fue una rama privilegiada y no se entiende bajo ningún concepto este tipo de situaciones.
Mientras esto sucede, el Estado cubano se gasta ingentes sumas de dinero que le niega a su pueblo en construir más hoteles, incluido uno tipo rascacielos en el medio del Vedado.
Se me ocurre una pregunta: ¿acaso no es mejor darle mantenimiento a lo que tienes en vez de seguir haciendo hoteles que permanecerán vacíos?
Desde afuera, la impresión es la de que el gobierno está en tal crisis que ya ni insumos puede asegurar para los turistas. El castillo, mírese por donde se mire, comienza a agonizar también.
El retrato general del turismo está sobre la mesa: caída de visitantes, huida de las aerolíneas, lo que representa más hoteles vacíos.
Curiosamente, el flujo de turistas principal, que era la comunidad cubana, tiene caídas descomunales que ha obligado a las compañías estadounidenses a cerrar vuelos, incluso a algunas a marcharse de Cuba.