UN CUBANO LIBRE EN CANCÚN

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Por Pablo Alfonso (Especial para El Vigía de Cuba)
México DF.- Cancún me ha encantado. Al parecer, en infraestructura supera a Varadero. En playa, al menos la parte que pude disfrutar, no. Acá el agua es más turbia y la arena no es tan transparente, fina y brillante como la de mi Cuba.
Eso sí, las atenciones y las ofertas superan con crece a los hoteles de la dictadura. No por gusto hoy están casi vacíos, a pesar que es el sector que más le interesa o mejor dicho, el único que les importa a los que desgobiernan la Isla.
En mi paso por esta paradisíaca ciudad, ubicada en la península de Yucatán, pude apreciar la amabilidad y humildad de la mayoría de sus habitantes. El saludo de sus moradores me ratificaba que no estaba en Chile, algo que no cuesta, pero que a la mayoría de los chilenos, parece que sí.
Las opciones para el ocio son muchas. Una semana no alcanza para conocer a Cancún. Barcos piratas, paseos en Ferri, en botes. Playa Norte-Isla mujeres, Zona arqueológica, discotecas, entre otras excursiones y show de bastante buen nivel. Una maravilla al alcance de cualquier trabajador del mundo, menos de los cubanos. Eso aún me revienta.
Hasta haitianos disfrutan de estos parajes. Ejemplo de ello, son con los que coincidí en la terminal aérea nacional de Cancún. Por cierto, a mi juicio, una de las más incómodas de las que he visitado (que no son pocas) solo superada por la de Arica, el último rincón chileno y alguna que otra en Bolivia.
Acá solo encuentras ocho filas con cinco asientos cada una. Por lo que no son pocos los pasajeros a los que no les queda otra opción que esperar su vuelo acostados o sentados en el suelo de dicha terminal aérea. Algo inverosímil en una ciudad que mantiene liderazgo en turismo internacional. Lo atestiguan los más de seis millones de personas que han pasado por estos lares, solo en el primer cuatrimestre de 2023.
Este aeropuerto nacional de Cancún me recordó a las Cuatro Eesquinas de mi San José natal. No están los revendedores de dólares, pero sí los de vuelos. Un pasaje al Distrito Federal oscila desde los 250 a 350 dólares, y ellos me lo ofrecían en más de 800 dólares, negocio bien redondo.
Lo más lindo es que, quien me llevó a esos revendedores, fue justo un trabajador del aeropuerto. Buscando precios más razonables fui hasta la aerolínea Magnicharters, la decepción no fue menor. Encontré un pasaje en 316 dólares, pero la funcionaria se atribuyó el derecho de recibir el dólar a 15 pesos mexicanos y no a 17.79, su valor en la actualidad. Resultado, el vuelo costó 380 dólares. Nada, extrañé a los vendedores de San José, esos no son tan abusadores.
Peor suerte corrió el pasajero que iba detrás de mi, el valor del vuelo subió en segundos. Las cosas de México. Cuba, no es la única.
Lo cierto es que pude disfrutar de Cancún y ahora Dios mediante, conoceré la capital de este bello país. Algo que el cubano que vive en Cuba, al no ser Miguel Diaz- Canel y su camarilla, no pueden hacer. Y eso, eso, me revienta.

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