Por Yoelbis Arbelo
Matanzas.- Yamil quería comprar unas libras de carne de cerdo para el cumpleaños de su hijo. Y ahorró dinero. Lo tuvo en su tarjeta, porque así estaba más seguro, y porque para sacarlo de los bancos, o de los cajeros,Así mismo es
hay que hacer unas colas enormes, a veces desde media noche.
Con cinco mil pesos en su tarjeta fue el domingo temprano donde los vendedores. Quería comprar un costillar, porque esa es la carne que le gusta a su hijo, sobre todo por los chicharrones. Hizo su cola, como es normal en Cuba, donde hay que hacer cola para todo, y cuando le tocó su turno, le dijo al vendedor que quería una parte, que este cortó y puso en una bolsa de nylon.
-¿Cuánto le debo? – preguntó Yamil, mientras el hombre apelaba a una vieja calculadora toda manchada de sangre.
-Son cuatro mil 580 pesos, pero dame cuatro mil 500. Te voy a llevar bien…
-¿A qué número te hago la transferencia?
-¿Transfe… qué? No, amigo, esto es en dinero contante y sonante…
-Pero lo tengo en la tarjeta… y es el cumpleaños de mi hijo…
-Lo siento mucho, amigo. Tendrá que ir a otra parte, porque acá no vendemos nada por tarjeta.
-¿… y si me lo guardas para ir a un cajero y sacarlo?
-jajaja… Se ve que hace mucho nos vas a un cajero. Ese perro me mordió varias veces y nunca regresa nadie, porque el dinero a los cajeros se le acaba a las ocho de la mañana, o a las nueve, cuando más -dice, mientras le pega un corte a la bolsa de nylon y vuelve a lanzar la carne sobre el mostrador lleno de sangre, tierra roja y dos o tres decenas de moscas, entre ellas algunas verdes.
Una hora y media después, Yamil llega a su casa con las manos vacías. Magali, la esposa, lo espera en la puerta.
-¿Cómo está la carne?
-¿Qué carne? No quieren vender por tarjeta y he dado pedal por toda la ciudad a donde hay cajeros y ninguno tiene dinero. Solo uno en el Bandec y la cola es como de 100 personas, y dicen que el dinero no llega nunca a las nueve de la mañana.
-Me lo dijo Nidia ayer. Su esposo trabaja en la dirección provincial de Finanzas y dice que los bancos no tienen dinero y que solo ponen un poquito en los cajeros para que haya al amanecer, en tanto la gente hace colas desde la noche anterior, sobre todo los viejitos.
-Voy a tener que hacer una cola esta noche a ver si le podemos hacer una carnita frita al niño mañana, aunque ya no sea el día de su cumpleaños.
-Para asegurarnos, yo creo que deberíamos hacerla a las nueve de la noche, o desde las ocho, para ser los primeros y garantizar que podamos sacar dinero.
-Primero vas tú y estás hasta las 12.00, y luego yo me quedo toda la madrugada -dijo él, mientras terminaba de colocar la vieja bicicleta a un costado del pasillo y se pasaba la mano por la cara.
En la cocina, Magali sintió una lágrima correr por su mejilla, que enjugó con la parte de abajo del delantal, mientras sintió a su hijo entrar a la carrera.
-¿Vas a hacer costillistas fritas hoy, mamá? ¿Qué te pasa, mamá?
-Nada, hijo… no vendieron carne de puerco hoy, pero esta semana lo hacemos. Te doy mi palabra.
-No te pongas así, mamita. Yo sé que no es tu culpa. Es culpa de los que gobiernan. Yo lo sé. Hasta mi maestra lo dijo ayer en la escuela.
-Ve a jugar, hijo. Y pasa por la sala y dile a tu papá que venga a tomarse el café que está a punto de colar.
El niño la abrazo por la cintura y la acarició por unos segundos.
-Te quiero mucho, mamita. Sé que haces más de lo que puedes. No te preocupes por la carne, ni esas boberías. Hay cosas más importantes, ¿verdad?