MI PEQUEÑO MUNDO

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Por Esteban Fernández Roig Jr.
Miami.- Si hubiera sido por mi, jamás hubiera abandonado mi nido, creo que nunca hubiera salido de ahí. De niñito yo vivía súper feliz y contento en mi pequeñito barrio.

Lo tenía todo, una humilde casita que mis padres convirtieron en un hogar.

Al lado una magnífica carnicería donde abundaban los filetes, las palomillas, riñonadas, y el dueño Joaquín “Quinito” Quintero me guardaba un corazón entero de res para mi perra Yeti.

A cada lado tenía dos hermanos que se hicieron mis amigos: a la derecha tenía a Gerardito y Juan Carlos, hijos de Yayo Morales Febles y Querela Valdés, a la izquierda Albertico y Emilio Garcés, hijos de Jesús Garcés y Tina González.

Al costado una bellísima y surtida bodega propiedad de Joseito Márquez, y por lo menos dos veces al día yo iba con una libretica a coger “fiado” todo lo que yo quisiera. Me atendía Isolina quien invariablemente me regala “la contra” de caramelos.

A media cuadra tenía el precioso e inolvidable Parquecito Martí.
Al doblar vivía la respetable dama Esperanza Piedra madre del abogado Carlos Fagundo Piedra. Su hermano Carlos Manuel fue EL PRIMER PRESIDENTE CONSTITUCIONAL de Cuba tras la huida de Batista.

A media cuadra el barbero Gilimas. En la esquina un hombre asaba un lechón, al doblar un zapatero remendón llamado “Neno” le ponía medias suelas a mis tacos.

En tres minutos caminando me ponía en la Iglesia presbiteriana, llegaba en 15 al Colegio Americano, en 20 podía recorrer el cine, el parque, la Iglesia católica… Y de ahí en tres minutos más tarde pasaba por la Esquina de Tejas, le compraba una revista al padre de mi amigo, Eduardo Ayala y a la Viña Aragonesa, le decía a mi padre que estaba jugando cubilete “Vámonos” y regresábamos a mi Pinillos 463.

Sí, mis amigos, he cruzado mares, visitado países, disfrutado de las bellezas naturales de Hawaii, I LOVE MIAMI, con cariño recuerdo a California, pero jamás olvido el barrio, el rinconcito donde nací, en Pinillos y Soparda, Güines.

Sin desdodar el glorioso Residencial Mayabeque con mis grandes vecinos José Raúl Montes Enrique Alejo, Raquel Ana Bezanilla, y a su mamá la preciosa Raquel Iglesias, recién fallecida, le envió un beso que le llegue al cielo y le dedico este escrito a mi colega Raquel, en los inicios de la escritura, en La Prensa de Los Ángeles.

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