Por Pablo Alfonso (Especial para El Vigía de Cuba)
Cancún.- Hace poco más de nueve años que vivo en Chile, el mismo tiempo que he pasado sin darme un chapuzón en una playa. Pero mi sobrino mayor me dijo que considera atroz eso de nueve años sin bañarse en agua salada, y me tomé sus palabras al pie de la letra, consciente de que la culpa, la tiene el comunismo. Sí, el comunismo.
Desde que salí de Cuba prometí que no gastaría ni un centavo más en Varadero, ni en ningún otro sitio auspiciado por el régimen.
Ahora disfruto de la brisa y la belleza de una ciudad que siempre quise visitar. Para venir a Cancún no tuve que ser millonario, ni me pagó el viaje la CIA. Bastó con solo tener un trabajo con ingresos que no superan la media del salario en Chile. Algo impensable en la Cuba de hoy.
La estoy pasando, como dirían los españoles, de puta madre. Pero me revienta saber que los cubanos que aún viven en mi isla no puedan disfrutar estos parajes y sus encantos.
Atrás quedaron los tiempos en que mis coterráneos sacaban un pasaje y venían a disfrutar de la vida, como lo hace el nacido en cualquier geografía posible. Pero llegó el que no tenía que llegar y mandó a parar. Mutiló los sueños de un pueblo y de un país.
Por otra parte, quiero recordar que no fueron pocos los artistas cubanos que triunfaron y aún triunfan en esta tierra. La cultura cubana está grabada en Cancún y en todo México.
Qué lástima que mis cubanos de allá, no puedan palparlo. Sin embargo, los que vivimos en otras orillas, sí. Todo por una absurda ideología, que obliga a muchos a huir en manadas en busca de una vida digna.
Hoy, confieso, que soy un tipo medianamente feliz, pero pronto, muy pronto, seré totalmente feliz, al ver una Cuba libre, próspera, con sus hijos sacando pasaje para ir almorzar a Miami y retornar a la Habana a trabajar, como antaño. Y por qué no, pasar unas excelentes vacaciones en la paradisíaca ciudad de Cancún.