«Sin la Luna, la vida en la Tierra sería distinta», dijo en un comunicado de prensa Philipp Heck, profesor de la Universidad de Chicago y coautor del estudio que publica la revista Geochemical Perspectives Letters. «Es una parte de nuestro sistema natural que queremos comprender mejor, y nuestro estudio proporciona una pequeña pieza del rompecabezas en ese panorama completo».
¿Cómo han calculado su edad?
Las muestras de polvo lunar utilizadas en este estudio, recolectadas durante la misión Apolo 17, contienen pequeños cristales que se formaron hace miles de millones de años. Los cristales de circonio contienen uranio radiactivo, que se desintegra en plomo a un ritmo bien definido, por lo que los científicos pueden determinar la edad de una muestra de roca midiendo la cantidad de plomo y uranio que contiene.
“Estos cristales son los sólidos más antiguos conocidos que se formaron después del impacto gigante. Y como sabemos la edad de estos cristales, sirven como ancla para la cronología lunar”, aclaró Heck.
Según los expertos, los cristales debieron haberse formado después del impacto gigante que creó la Luna, porque esa colisión de alta energía derritió la roca que eventualmente se convirtió en la superficie del satélite, creando un océano de magma que también habría derretido cualquier cristal. Así que suponiendo que aparecieron después, los investigadores utilizaron la datación radiométrica, observando la velocidad de desintegración de los átomos del cristal, para determinar su edad. Sus resultados retrasan la edad de la Luna 40 millones de años.
Tomografía con sonda atómica
Los investigadores utilizaron una novedosa técnica, la tomografía con sonda atómica, para estudiar la composición de sus muestras, afilando los cristales hasta un punto y luego usando láseres para evaporar los átomos del punto. Un espectrómetro de masas analizó el material vaporizado para medir su peso, lo que permitió a los científicos determinar las proporciones de uranio y plomo. Los átomos viajaron a través de un espectrómetro de masas, y su velocidad indicaba su peso y, por tanto, su composición.
«Es sorprendente poder tener pruebas de que la roca que estás sosteniendo es la parte más antigua de la luna que hemos encontrado hasta ahora. Es un punto de anclaje para tantas preguntas sobre la Tierra. Cuando sabes qué edad tiene algo, podemos comprender mejor lo que le ha sucedido a lo largo de su historia», afirma Greer.
Es más que relevante comprender cuándo se formó la Luna exactamente, porque sabemos que sin ella, la vida en la Tierra sería totalmente diferente. Es la que estabiliza el eje de rotación de la Tierra y la razón por la que el día dura 24 horas en nuestro planeta (y el motivo por el que tenemos mareas).
Así las cosas, si bien la Tierra sigue siendo más antigua que la Luna, la diferencia es ahora mucho más pequeña y parece que ambos objetos han estado orbitando alrededor del Sol durante más tiempo del que pensábamos inicialmente.