Irán Capote ()
Pinar del Río.- Cuando vi llegar a Zuleidy con la panetela en la mano y el maquillaje corrido, supe que algo le había salido mal en la actividad del núcleo.
YO: ¿Qué le pasa a la mariposa que no se posa en la flor de la calabaza?
ZULEIDY: No me digas na´. Cuando yo te haga el cuento te vas a caer «pa´ atrás».
Ahí se puso a llorar. Como estábamos en medio del pasillo del edificio, la tomé por el hombro y la hice entrar a mi casa.
YO: Toma agua, dale.
Sollozaba.
ZULEIDY: Nene, tú viste todo el sacrificio mío de la tarde. ¡Tú lo viste! Moví medio mundo para hacerle la panetela a Raúl. ¡Tú lo viste! Yo sé que él no sirve para nada, Nene. No sirve pa´ na´. ¿Pero qué voy a hacer si yo lo quiero, Nene? Es verdad que me prometió darme leche todos los días hasta que yo fuera una vieja…. ¿Pero qué iba a hacer, el pobre, si la culpa era de las vacas? Esa se la dejé pasar. Y la otra. Y la otra. Pero la de hoy no, Nene. ¡La de hoy sí que no!
YO: Claro, claro. ¿Pero qué pasó?
ZULEIDY. Nada, que por fin volvimos a reunirnos los cinco del núcleo después de mucho tiempo. Hasta Antonio, el del piso 10, fue para allá con su sonda y todo. Todo lindísimo, Nene. ¡Lindo, Lindo! El mantelito de la mesa con una cortina de flores, el mural actualizado con sus efemérides, sus deportivas, sus culturales… Un «orden del día» que pa´ qué te cuento. ¡Una belleza, Nene¡
Aquella «orden del día» estaba buena hasta para una asamblea de las grandes. Los gladiolos, la foto del mártir, la banderita. ¡Una belleza, Nene! Te lo juro que daban ganas de pensar que todo estaba bien por una vez en la vida.
Rompe a llorar de nuevo.
YO: Te entiendo, Zule, pero no me alargues más el cuento. ¿Qué fue lo que pasó?
ZULEIDY: Nene, empezó el «contactico». Yo leí los acuerdos del acta de la última vez que el núcleo se reunió. Extrañamente se habían cumplido todos, toditos los puntos cumplidos. Yo me dije emocionada: «¡Lo estamos logrando, carajo! !Este núcleo va a ser vanguardia!» Yo estaba excitada, Nene.
YO: ¡No digo yo! ¡ Y no es para menos!
ZULEIDY : Bueno, pues llegó el momento. El último punto. Y el más importante: La entrega del carné a Raúl.
YO: Qué lindo… ¿no?… De imaginarlo nada más, se me erizan los pelos.
ZULEIDY : Los cinco allí. Firmes como una cabilla. Antonio, arrastrando la sonda recitó un poema. Un poema enérgico, Nene… Yo estaba hecha una pelota de nervios porque me tocaba a mí la entrega del carné después del poema.
YO: ¡No me digas que en medio del poema se rompió la sonda!
ZULEIDY: Peor que eso, Nene. ¡Peor!… Cómo por arte de magia, como si hubieran echado una brujería, empezaron a sonar todos los teléfonos. Menos el mío. Todos sonaron a la vez , Nene. Y los cuatro levantaron la llamada a la vez. Tenías que ver cómo las caras palidecían, Nene. Colgaron y se quedaron en silencio. Aquello parecía una película. Yo, asustadísima: «¡Raúl! ¡Antonio!
¡Alejandro! ¡Calixto! ¿Qué pasó? ¿Qué pasó? ¿Pasó algo malo?
Yo: ¡Ay, por tu vida¡ ¿Qué fue?
ZULEIDY: Nene… A todos les llegó el Parole en el mismo momento. Sus familias los llamaban desesperados. Y salieron de allí como bola por tronera. Antonio se enredó en la sonda y los otros tres le pasaron por arriba. Así, como un tumulto de cuatro locos, subieron escaleras arriba enredados en la sonda. Y me dejaron allí, sola.
YO: No te lo puedo creer. ¿Ellos se van?
ZULEIDY: ¡Se acabó mi núcleo, Nene! Raúl ni siquiera miró el carnet. Ahí está la panetela intacta. Vine a compartirla contigo. Me la voy a comer a ver si me da un paro diabético y me jodo pa´l carajo. Ya lo he visto to´, coño.
!Ya lo he visto to´!