¡SOY CUBANO!!

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Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- Sí, soy cubano. ¡Que orgullo siento al decir esto! Siempre lo digo, todos los días lo digo. Jamás lo niego. Ni un solo instante en toda mi vida he querido ser, ni he tratado ser otra cosa que no sea cubano.
Hablo alto, casi grito a veces, me gusta la Malta Hatuey con leche condensada, los casquitos de guayaba con queso crema.
Me emociono al oír el himno nacional cubano, al ver un grupo de banderas, desesperadamente, busco la cubana, y si no la veo me pongo bravo y al verla se me humedecen los ojos de lágrimas.

En la casa vendedora de discos sólo busco los CDs de Chirino, el Benny, Celia, Olguita, mi coterráneo Roberto Torres (“Soy güinero” es mi segundo himno nacional), Vicentico Valdés, Abelardo Barroso, Barbarito Diez.

Me gustan los frijoles negros, el lechón, la yuca, los platanitos maduros fritos, el ajiaco, los pastelitos “refugiados”, las papas rellenas, el sandwich cubano, la media noche.

Extraño el cucurucho de maní, el crocante habanero y las butifarras de EL CONGO de Catalina. Me gusta bailar la música cubana. Es más, es la única que me gusta bailar. Me molesta que le llamen “salsa” a mi rumba, cha cha cha, son montuno y la guaracha.
Hablo de Martí, de Maceo y de Gómez como si fueran unos difuntos familiares míos muy cercanos que todavía quiero y añoro. Y todos los 19 de Mayo digo: “Oh, un día como hoy murió el Apóstol”.
No existe un solo acontecimiento internacional que opaque la Protesta de Baraguá, y el mes que viene cubanizo hasta el Thanksgiving y obligo a que se adobe el pavo con sazones cubanos y naranja agria.
Para mí la bolsa sigue siendo cartucho y el ómnibus sigue siendo guagua.
Al que no me quiere hablar de Cuba le digo bravo: “¿De qué quieres que te hable: de Japón o de Italia?” Y ahí mismo no le hablo más nunca.