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Por Jorge Fernández Era ()
La Habana.- En marzo de este año, titulares de prensa se hicieron eco de la acumulación de 10 mil toneladas de basura en las calles de la capital francesa debido a la huelga que durante 20 días sostuvieron los encargados de recogerla. Fue la reacción de los trabajadores de París ante el decreto presidencial que elevó la jubilación de los 62 a los 64 años. En Cuba similar orden se promulgó en el 2008, el salto fue mayor (de 60 a 65) y es ahora que los trabajadores de Comunales reaccionan.
Hasta el INDER debía preocuparse por el rebrote de basureros en La Habana. Se contrapone al desarrollo del Beisbol Five («cuatro esquinas» para los que lo practicamos antaño) y a la futura conquista de coronas mundiales.
Imagino que los de Comunales en París resolvieron la cuestión llevándose la basura y ya. Acá son más innovadores: recogen el detritus y dejan como recuerdo aceras, contenes y calles desbaratadas. Preocupado por el asunto, escribí «Edicto» hace un montón de años. Para demostrar que no era oportunismo de quien necesita burlarse de cualquier desgracia, presenté mi queja en una rendición de cuentas del delegado ante sus electores. No he recibido respuesta alguna. Son basuras cotidianas que se acumulan como cualquier otra.
EDICTO
El Grupo Nacional para el Desarrollo de la Agricultura Urbana tiene a bien informarle a la población que se ha resuelto crear en la capital de todos los cubanos, y con financiamiento del capital de todos los cubanos, los llamados esquinopónicos, parcelas de tierra que apoyarán el suministro de viandas y vegetales frescos a los vecinos de cada cuadra, quienes serán los encargados de atenderlos y administrarlos.
Dichos esquinopónicos o Canteros de la Familia, como quiera llamárseles, surgirán en todos los puntos habilitados para depositar basura que con infinita paciencia han ido desbrozando los buldóceres de Servicios Comunales. Después de meses de duro bregar, puede darse por concluida la difícil tarea que ha significado levantar asfalto, adoquines, contenes y aceras algunos negados a vencer el paso de años y hasta de siglos para ver surgir la tierra que encontraron los colonizadores españoles a su llegada a estos confines. Sobre ella retoñarán en pocos meses disímiles cultivos que aportarán una buena cuota de oxígeno a nuestra ya contaminada ciudad.
Especialistas del Centro de Investigación de Cultivos Tropicales han afirmado que los Canteros de la Familia quintuplicarán los rendimientos que por lo común son obtenidos en otras áreas agrícolas, ya que la porquería depositada por la población y la que aún habrá de depositarse aporta nutrientes que ni diez fábricas de fertilizante químico pudieran producir. Agréguese además el incuestionable ahorro de combustible, camiones y mano de obra que significará para la economía del país el hecho de que se hará obsoleta la recogida de la inmundicia de la villa, la cual abona desde ya la tierra donde nuestros ciudadanos depositarán amorosamente las semillas.
Si los elementos aportados no bastaran para multiplicar esta experiencia, considérese entonces que ese sesenta por ciento del agua bombeada para el consumo residencial y estatal que hoy escapa hacia el alcantarillado debido al deterioro de nuestra red hidráulica heredada buena parte de ella de los ya mencionados conquistadores españoles, podrá ser canalizada rumbo a cada esquina de esta urbe para regar los sembrados de tomates, lechugas, yuca y ñame que harán las delicias de los compatriotas.
Será responsabilidad de los directivos, sindicato y organizaciones políticas de las Direcciones Municipales de Servicios Comunales analizar qué ha pasado con aquellas esquinas que aún no están desbaratadas del todo. Y no hablamos de dilatadas asambleas o reuniones superfluas de las que no salga el firme propósito de que las palas de los buldóceres corten bajito y arrasen con lo que aún queda de perturbador concreto.
Se orienta además a las Direcciones de Planificación Física de cada territorio realizar un censo de cuanto solar yermo vaya surgiendo tras el derrumbe de casas y edificios, pues seguros estamos de que si sumamos estos a los esquinopónicos, dentro de pocos años La Habana se convertirá, gracias a sus residentes, en la ciudad más culta y cultivada del planeta.

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