¿SABES QUIÉN LE INSPIRÓ A JOSE MARTÍ EL POEMA LA BAILARINA ESPAÑOLA?

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Por Adelaine Soto Álvarez ()

La Habana.- ¿Sabe usted quién fue Carolina Otero? Nació en 1871, su talento excepcional y su belleza hicieron que conquistara la fama y el afecto de artistas como Renoir, García Lorca; y de monarcas como El Rey de Inglaterra y el Zar de Rusia.

En la cumbre de todo su esplendor, José Martí la vio bailar en el teatro El Edén Museé en la calle 23 de Nueva York en 1890.
Suscitó en Martí la escritura de un poema particularmente hermoso y de una expresividad plástica y cinética, en que describe de forma magistral, la acción del baile, mediante la palabra, desde su palco del Teatro.

En 1954, la actriz mexicana María Félix decidió realizar una película sobre la famosa bailarina. Fue grande el asombro de la actriz cuando durante la búsqueda de información sobre la vida de la bailarina, la encontró viviendo en París.

La otrora hermosa bailarina, entonces incapacitada y abandonada, vivía en un asilo de ancianos. Falleció en ese asilo a la edad de 94 años en 1965.

Hoy, ya poca gente recuerda el nombre de Carolina Otero. Y quedaría olvidada para siempre, de no haberla visto bailar, una sola vez en su vida, nuestro José Martí y regalarle la eternidad con estos hermosos versos:

Poema X

LA BAILARINA ESPAÑOLA

JOSË MARTÍ Y PÉREZ.

“El alma trémula y sola”

El alma trémula y sola
Padece al anochecer:
Hay baile; vamos a ver
La bailarina española
Han hecho bien en quitar
El banderín de la acera;
Porque si está la bandera,
No sé, yo no puedo entrar.
Ya llega la bailarina:
Soberbia y pálida llega:
¿Cómo dicen que es gallega?
Pues dicen mal: es divina.
Lleva un sombrero torero
Y una capa carmesí:
¡Lo mismo que un alelí
¡Que se pusiese un sombrero!
Se ve, de paso, la ceja,
Ceja de mora traidora:
Y la mirada, de mora:
Y como nieve la oreja.
Preludian, bajan la luz
Y sale en bata y mantón,
La virgen de la Asunción
Bailando un baile andaluz.
Alza, retando, la frente;
Crúzase al hombro la manta:
En arco el brazo levanta:
Mueve despacio el pie ardiente.
Repica con los tacones
El tablado zalamero,
Como si la tabla fuera
Tablado de corazones.
Y va el convite creciendo
En las llamas de los ojos,
Y el manto de flecos rojos
Se va en el aire meciendo.
Súbito, de un salto arranca:
Húrtese, se quiebra, gira:
Abre en dos la cachemira,
Ofrece la bata blanca.
El cuerpo cede y ondea;
La boca abierta provoca;
Es una rosa la boca:
Lentamente taconea.
Recoge, de un débil giro,
El manto de flecos rojos:
Se va, cerrando los ojos,
Se va, como en un suspiro…
Baila muy bien la española;
Es blanco y rojo el mantón:
¡Vuelve, fosca, a su rincón
¡El alma trémula y sola!

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