Por Rafael Muñoz
Berlín.- Hice la reserva hace seis meses para evitar que el viaje de regreso a la normalidad gris de Berlín se convirtiera en un maratón de 15 horas al volante. Y Nuremberg resultó ser el punto medio entre Berlín y el norte de Italia. Kilómetros más kilómetros menos.
Aunque conozco pueblos y ciudades en Alemania que muchos nativos no saben que existen, nunca me he detenido en ella. De esa ciudad solo he visto las señalizaciones pasar veloces en la Autobahn camino a Múnich, a Italia o algún otro destino. Todo lo que sé de la misma está relacionado con el juicio que la puso en el mapamundi después de la segunda guerra mundial. Pero según me han dicho su centro histórico que data del medievo merece ser visitado.
Hice la reserva hace seis meses sin tener en cuenta que hoy, al mirar el parte del tiempo una gran masa de nubes cubriría media Alemania dándole ese color gris perpetuo de su cielo que ya había olvidado. Me siento tan a gusto al solecito que hice un par de llamadas y he decidido alargar el par de días de vacaciones que me quedan de este lado de los Alpes. Y aquí estoy «alzao» en el alojamiento más alto que pude encontrar.
El juicio que de Nuremberg me pueda hacer tendrá que esperar.