(Tomado de las redes)
La Habana.- Como veterinario, me llamaron para examinar a un perro de 13 años llamado Batuta.
La familia esperaba un milagro. Examiné al perro y me di cuenta de que se estaba muriendo. No pude hacer nada…
Batuta estaba rodeado de su familia.
El pequeño hijo de los dueños del perro parecía muy tranquilo, abrazando al perro por última vez. Me pregunté si entendía lo que estaba pasando.
Unos minutos más tarde, el perro se durmió tranquilamente y no volvió a despertar jamás.
El niño pareció aceptarlo sin dificultad.
Escuché a mi madre preguntarse: ¿por qué los perros viven menos que los humanos?
Y entonces el niño dijo:
– Yo se porque.
Sus siguientes palabras cambiaron mi perspectiva de la vida.
Él dijo:
– Las personas vienen al mundo para aprender a vivir bien, amar todo el tiempo a los demás y ser buena persona. Y los perros ya nacen sabiendo hacer todo esto, no necesitan vivir tanto como nosotros.
Moraleja de la historia:
Si un perro fuera nuestro maestro, aprenderíamos cosas como:
– Cuando tus seres queridos vuelvan a casa, corre siempre a su encuentro.
– Nunca pierdas la oportunidad de salir a caminar.
– Permítete sentir el aire fresco y el viento en tu cara.
– No pierdas la oportunidad de tomar una siesta.
– Estírate bien antes de levantarte.
– No olvides regocijarte todos los días.
– No muerdas si puedes limitarte a gruñir.
– En épocas de mucho calor, beber mucha agua y tumbarse bajo la sombra de un árbol grande.
– Cuando estés feliz, no lo escondas.
– Disfrutar de las cosas simples.
– Ser fiel.
– Nunca finjas ser alguien que no eres.
– Si lo que necesitas está “enterrado”, busca persistentemente hasta encontrarlo.
– Y nunca olvides:
Cuando tu persona esté teniendo un mal día, siéntate en silencio y quédate ahí. Hazle sentir que estás ahí».