DESPUÉS DE CINCO SIGLOS, SEGUIMOS IGUALES. O PEORES

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Por Oscar Durán

La Habana.- Han pasado 531 años del encuentro entre dos culturas. Vuelvo y repito, 531 años. Los cubanos no estamos muy lejos de aquel 12 de octubre de 1492. Es más, si somos coherentes, los recolectores-cazadores-pescadores tenían comida por montones, a botarse. Nosotros, los carneros-castristas-revolucionarios, no tenemos nada. Ni vergüenza. Solo falta ponernos taparrabos, hacer arte rupestre en la cuevas de Bellamar y que resucite Cristóbal Colón para instalarnos, de a lleno, como estábamos hace cinco siglos atrás.

Los aborígenes de aquel momento cazaban jutías, aves, pescaban y recolectaban frutos. Los cubanos de estos momentos no cazan jutía -Fidel las prometió y Guillermo se las comió-, la pesca se acabó porque los peces se inscribieron en la CBP One y están esperando asilo en el Golfo de México. Sobre los frutos, ahí estamos un poco más a la par. Solo es cuestión de ver el Noticiero y apreciar la cantidad de piñas, guayabas y mangos que hay a lo largo y ancho del país.

Estamos viviendo como indígenas en pleno siglo XXI . Aún habitamos en bohíos, cocinando con leña y durmiendo con la luz de la oscuridad. Hay lugares donde nunca llega el agua y la gente baja al río con dos cubos y un palo grande llamado pinga. Cavernícolas. Eso fuimos y eso somos hoy. 

El relevo de los taínos, siboneyes y guanajatabeyes está más presente que nunca en la isla. Nos viene faltando hablar su idioma, aunque ya ni hablamos para no meternos en un lío. Es más, pensándolo bien, necesitamos un Guamá, o un Hatuey. Tipos guapos, sin miedo, dispuesto a arrastrar masas y acabar con el caudillo.

Sin embargo, hay quienes no quieren un Guamá o un Hatuey. Más bien buscan a un Siboney para que les enseñe a hacer una canoa y conocer otras culturas al norte. Es la única manera de cambiar un bohío por un efficiency. Ya no dirás “de pinga el país de pinga este”; tirarás un ¡Oh My God! por cada comida que pruebes. Y, por sobre todas las cosas, tendrás libertad.

Muchos estudiosos de la historia de Cuba dan por sentado la extinción de los aborígenes poco después de la llegada de los españoles. Con todo respeto, no estoy de acuerdo. Aún quedan indios e indias en el país, desde la forma de vivir hasta los rasgos físicos. Este último elemento, lo apreciamos perfectamente en Yusuam Palacios, quien, además, todavía nos da lecciones indígenas de que Fidel y Raúl multiplicaron los panes y los peces. 

Fernando Ortiz puede estar tranquilo desde su tumba. Los indios estamos más presentes que nunca. No comemos casabe porque ni yuca hay, pero estamos aquí, en el mismo lugar. Un tilín más modernos, eso sí: pescando clarias, cazando gorriones y recolectando latas de Tukola para venderlas en Materias Primas. Y todo esto, 531 años después.

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