Por Esteban Fernández Roig Jr ()
Miami.- Jamás yo escuché a ningún coterráneo decir: “¡Ñooo, que bueno que me voy para los Estados Unidos, el país de las oportunidades!”
A todos, absolutamente a todos, la tristeza los embargaba. Nos convirtieron en parias en nuestra propia tierra.
Nos fuimos porque estábamos acorralados, perseguidos, chivateados, botados de los trabajos, expulsados de los centros estudiantiles, despojados de las propiedades.
La falta de libertad y la eliminación de todos los derechos humanos nos ahogaba.
La tiranía no permitia ni tan siquiera ser apolítico. El tirano amenazaba desde todas las tribunas : “¡Con la revolución todo, contra la revolución nada!”, pero tampoco aceptaba la neutralidad.
Había, a la cañona, que cortar caña, que aplaudir, que delatar, que sumisamente gritar ¡Viva de la Revolución!”
Solo brindaban cuatro alternativas: apoyar a la barbarie comunista, cárcel, paredón de fusilamientos o destierro…
En cada esquina, en cada pueblo, en la ciudad o en el campo, asquerosos alaridos exhortando y exigiendo: “¡Qué se vaya la gusanera!”
El monstruo de Birán desaforadamente nos botaba: “¡No los queremos, no los necesitamos!”
Sacerdotes y monjas violentamente fueron obligados a abandonar el país. El barco Covadonga atestado de curas, y con mis propios ojos vi cómo montaban en una guagua a Sor Gerarda y a todas las monjitas del pueblo, mientras la turba enardecida las despedían con escupitajos y gritos de: “¡Váyanse putas, herejes, descaradas!” Saqueadas fueron las iglesias de todas las denominaciones.
El jefe del G2 en Güines, el teniente Elio Guevara, le dijo a mi padre al frente de la Viña: “¡Saca a tu hijo de Cuba o yo mismo te lo fusilo en el parque central!”. Mi padre lo mandó al carajo, pero creyó la amenaza y desesperadamente hizo todos los esfuerzos por sacarme del infierno.
Por eso me hierve la sangre cuando nos echan en cara: “Ustedes huyeron y nos dejaron embarcados…»
Ni idea tienen de la enorme lucha que se desarrolló, la cantidad de hombres y mujeres que complieron hasta 30 años de prisión, del “Plan de trabajos forzados Camilo Cienfuegos” y de los miles de fusilados.
Y el que no me crea que vaya al Memorial Cubano en Miami (en la foto) un monumento que contiene más de 10 mil 200 nombres y las fechas de fallecimiento de las personas que han sido ejecutadas desde 1959.