Por Mauricio de Miranda ()
Cali, Colombia.- Si no fuera porque la situación de Cuba es rayana en la tragedia, uno se moriría de la risa al escuchar decir a la ministra de Comercio Interior de Cuba, Betsy Díaz, que no hay chícharos (guisantes para España y arvejas para Colombia) porque «habitualmente se importa de Canadá» pero como «de enero a mayo se congelan los ríos de Canadá y no se pueden importar y son dinámicas que a veces la población no conoce, eso nos lleva a tener que suplir en algunos momentos con frijoles y en algunos momentos con chícharos».
Esto fue dicho en la Mesa Redonda de la TV cubana ante el conductor de dicho programa Randy Alonso, que asentía con su cabeza y ratificaba que la población «no lo conoce».
Sinceramente, debo decir: ¡Qué vergüenza de ministros! ¡Qué vergüenza de programas que mienten o desinforman a la población!
Si no fuera porque de mi padre heredé la ecuanimidad -que no es la característica de mi madre- gritaría improperios a semejantes funcionarios -que además de ineptos e incompetentes le mienten descaradamente a la población cubana- porque es lo que se merecen.
Ya circulan memes por las redes que demuestran la ingeniosidad del cubano y esa «virtud» que a veces siento como «defecto», de tirarlo todo a choteo, parafraseando al gran Jorge Mañach.
A la ministra le diría que puede comprar los chícharos a Colombia, que los produce verdes y amarillos. Pero sobre todo ¿por qué c… tenemos que comprar chícharos en Canadá? ¿No lo da nuestra tierra? Si no, en Colombia, por ejemplo, hay oferta de chícharos en los mercados los 365 días del año. Y ninguno de los días se congelan los ríos.
Con el desastre económico que han creado han hecho que nuestro país sea hoy mucho más dependiente de las importaciones que antes de 1959.
Cada vez que veo una y otra vez los programas de «Aquí no hay quien viva» de Antena 3 recuerdo al personaje de Concha (la gran Emma Penella, EPD) decir: «Váyase, señor Cuesta, váyase», sugiriéndole al presidente de la Comunidad de Vecinos Juan Cuesta que renuncie.
Y cuando veo que los ministros cubanos dicen estupideces como ésta, porque no tienen otro calificativo, y son aceptados con genuflexión por los conductores de programas estelares de la TV cubana, me irrita ver el nivel de desprecio que unos y otros sienten por la inteligencia de los cubanos. ¡No insulten nuestra inteligencia, mediocres!
Para ellos, les vale la escena de «Amadeus», ese genial filme de Milos Forman, en la que el personaje de Salieri (F. Murray Abraham) en su silla de ruedas es conducido por los pasillos del manicomio y dice: «Mediocridades del mundo, yo los absuelvo».
Pero los mediocres que están causando el empobrecimiento de la Nación Cubana no deberían ser absueltos, están cruzando la delgada línea entre la negligencia y el delito contra la economía nacional. Si tuvieran un ápice de vergüenza deberían renunciar.