EUTANASIA EN CUBA… PARECE UN JUEGO

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Por Jorge Sotero

La Habana.- Muy pocos países del mundo permiten la eutanasia. Con los dedos de las manos se cuentan los que la han aprobado y sobran algunos (dedos). La intervención deliberada para poner fin a una vida por voluntad propia no siempre contó con el respaldo de los parlamentarios en cualquier lugar donde se sometió a aprobación de los legislativos.

La eutanasia existe, y no solo en los humanos. Hay especies animales que la practican, lo cual es mucho más entendible, porque consideran, por instinto, que es la mejor salida a sus problemas físicos, lo cual no debería tomarse como ejemplo entre los humanos. No obstante, la Asamblea Nacional de Cuba lo analizará, lo votará y lo aplicará, como todo lo que llega a esa instancia. No tengamos dudas.

Hasta ahora, solo en España, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Nueva Zelanda y Colombia está permitida la eutanasia. De hecho, en muchos países del mundo se considera una violación del Juramento Hipocrático, algo que firman los médicos al recibir sus títulos en la casi totalidad de los países.

Salvo Colombia, el resto de las naciones donde es legal, son altamente desarrolladas. Y en Estados Unidos, incluso, no es legal más que en algunos estados, como California u Oregón, a donde van personas de otras regiones que quieren someterse al procedimiento.

Yo no quiero ser sarcástico ni sembrar pánico, ni dudar de la buena voluntad de nadie, pero a mí me parece que sacar eso a colación en Cuba es una forma de desviar la atención de los problemas reales que enfrenta la población cubana, mucho más importantes que detenerse a pensar en cómo y cuándo morir.

Lo primero es que en la isla no existen las condiciones para garantizarle a nadie una muerte asistida, con todas las garantías. El sistema de salud es un caos total, y salvo algunos centros, donde se atienden -como no podía ser de otra manera- los altos dirigentes, el resto se cae a pedazos y no cuenta ni con jeringas para una simple inyección. Sin hacer referencias a los medicamentos o a los insumos para las operaciones quirúrgicas.

Por poner un ejemplo: una inyección para la muerte asistida cuesta, en el mundo, unos 635 euros. Entre esas se encuentra el Nembutal, uno de los más usados, y no garantiza una muerte digna. Entonces, si el gobierno cubano no tiene dinero para comprar los insumos para hacer duralginas, cómo piensa garantizar la muerte de los que quieran morir por esa vía. A menos que, como dice un amigo, apelen al picadillo de soya.

El medicamento utilizado para la eutanasia en algunos países es una combinación de fármacos. Uno de los protocolos más comunes consiste en administrar una mezcla de sedantes y barbitúricos, como el tiopental sódico o el pentobarbital sódico. Estos medicamentos se utilizan para inducir un coma profundo y luego detener la actividad cerebral y respiratoria.

Pero nosotros somos cubanos, y nos creemos a la vanguardia del mundo en muchas cosas, o se lo creen los dirigentes, cuando en realidad andamos a la cola en la mayoría, sobre todo en el respeto a los derechos elementales. Y que Cuba vaya a tratar el tema de la eutanasia significará que algún periódico de Australia, Canadá o Singapur haga referencia a lo avanzado que está el país, cuyos parlamentarios hasta se dedican a estas cosas, no tan importantes.

Es una forma más de manipular a la opinión pública, en un país donde la gente muere de hambre, donde los ancianos de los hospitales geriátricos son dejados morir por los encargados de cuidarlos, con el beneplácito de los dirigentes del Ministerio de Salud. Y si miento, que me expliquen quién pagó prisión por los que murieron en Holguín o en el Psiquiátrico de La Habana. Amonestaciones, separaciones de puestos y nada más.

Eso sí, como en Cuba todo es por campaña, no dudo que en algún momento comience una -incluso en los medios-  para que la gente, sobre todo los ancianos, recurran a la eutanasia. Sería algo así como «Coge tu eutanasia acá», parafraseando a esos que vocean productos por las calles de cualquier pueblo de la isla. Y tampoco descarto que algún secretario de núcleo del partido, o trabajador social, se reúna con los ancianos para decirles que es necesario cumplir con el plan de eutanasias, como única vía para salvar a la revolución decadente.

Por mi mente pasan otras cosas, entre ellas que cualquier preso molesto haya pedido desde prisión morir por eutanasia, y alguno de los carceleros se la aplique, y la familia se entere solo después de que este haya sido incinerado.

En Cuba todo es posible. Todo menos que la situación de la población mejore. Y para el gobierno, ganar tiempo y mantener al vulgo entretenido es una prioridad. Por eso sale ahora lo de la eutanasia.

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