(Tomado de MUY Interesante)
La Habana.- Anfitrión era un antiguo rey de Tirinto que estaba casado con la hermosa Alcmena, a la que Zeus deseaba con locura.
Si buscamos el origen etimológico del término ‘anfitrión’ nos encontraremos ante un nombre propio de origen griego (Ἀμφιτρύων) formado por el prefijo anphi- (de uno y otro lado) y el verbo -tryo (desgastar o consumir) que la mayoría de expertos traducen como agotador. Esta explicación se distancia mucho de la acepción actual por la que anfitrión es aquel que invita o recibe a un grupo de invitados en su casa y en su mesa y para comprender la peculiar resignificación del lenguaje a la que nos referimos hay que acudir a la mitología del mundo clásico.
Aunque seguro que en la Antigua Grecia había muchas personas destacadas que se llamaban Anfitrión el que nos interesa para este caso es uno muy concreto: rey de Tirinto, hijo de Alceo y (según algunas versiones) nieto de Perseo y bisnieto del mismísimo Zeus. El hogar de Anfitrión era conocido por los grandes banquetes que allí celebraba y por la belleza de su mujer, Alcmena. Ella había perdido a sus hermanos en la guerra con los teléboas y juró que no se entregaría a ningún hombre hasta que fuesen vengados, por lo que Anfitrión reunió a sus tropas y partió a la guerra contra los teléboas mientras Alcmena lo esperaba en su palacio de Tebas.
Quisieron los hados que, en ese tiempo en el que Anfitrión estaba fuera batallando, el caprichoso Zeus se fijara en Alcmena y se enamorara de ella. Los días pasaban y la obsesión del señor del Olimpo por aquella mortal no hacía más que crecer y crecer. Sabiendo de la promesa que Alcmena había hecho a su marido, Zeus esperó a que Anfitrión hubiera vencido contra los teléboas y un día antes de que regresara a Tebas, cuando su campamento ya estaba lo bastante cerca, tomó la forma del rey y se presentó en los aposentos de Alcmena alegando que el deseo de volver a verla le había hecho adelantarse al resto de sus tropas. Alcmena cayó en el engaño y recibió a su esposo con una noche de pasión y lujuria.
Al día siguiente el verdadero Anfitrión llega a palacio y va a buscar a su esposa, a la que encuentra fría y mucho menos deseosa de verle de lo que esperaba. Ante sus quejas y réplicas, Alcmena le dice que ya se vieron anoche y yacieron juntos en el lecho lo que es interpretado por Anfitrión como una infidelidad manifiesta. Furioso, el rey decide encerrar a su esposa en una torre e incendiarla para que muera pero, cuando el fuego está a punto de alcanzar a Alcmena, los cielos se abren y una intensa lluvia apaga las llamas y Zeus se aparece ante los mortales para salvar a la mujer y explicar lo ocurrido.
Anfitrión, lejos de seguir enfadado, se siente honrado por haber recibido en su palacio al padre de los dioses y prometió que Alcmena y él podrían tener relaciones siempre que lo deseara. El matrimonio siguió unido y unos meses después Alcmena dio a luz a los gemelos Íficles (de Anfitrión) y Hércules (de Zeus).
Si bien hay quien defiende que el nuevo significado de la palabra anfitrión surgió para honrar los banquetes que el rey de Tirinto celebraba, muchos ven algo extraño en que solo se recuerden los de este monarca y no los de otro de los muchos que, seguro, también daba grandes banquetes en la época. El elemento diferenciador del caso de Anfitrión respecto a los demás es que además de su mesa, Anfitrión compartió con Zeus su casa y el lecho de su mujer.