Por Nelson de la Rosa Rodríguez (Especial para El Vigía de Cuba)
Santo Domingo.- Que Jesse Owens le ganara a cuanto corredor se pusiera a su lado, allá por el año 1936, ciertamente ya no era noticia. Noticia fue que, a los pocos meses de haberse convertido en tetracampeón Olímpico, tuviera como rival un “pura sangre” y que fuera en La Habana, Cuba.
El debut profesional de Jesse Owens, motivado especialmente porque “las medallas no me las puedo comer”, ocurrió un 26 de diciembre, hará pronto 87 años y claro está, tiene gran relevancia para el deporte cubano y mundial.
En aquel año 1936, sólo unos meses antes, el fornido corredor negro estadounidense se llevó el protagonismo en los Juegos Olímpicos de Berlín, Alemania, ganando los títulos en 100 y 200 metros planos, el relevo 4 por 100 y el salto largo.
El éxito de Owens asombró al mundo y prácticamente le destruyó los Juegos al tristemente célebre Adolf Hitler, quien acariciaba la idea de mostrar la superioridad de la raza aria en el certamen deportivo. Que un atleta de la raza negra se robara el “show olímpico” era algo inaceptable para el Führer, quien incluso se negó a saludarlo luego de la ceremonia de premiación.
Después del triunfo olímpico el afamado corredor no estaba en condiciones de esperar otros cuatro años para volver a lidiar en una cita estival y decidió hacerse profesional con el objetivo de ganarse la vida con lo que mejor sabía hacer: correr.
Así las cosas, Owens comenzaría a sacar el mayor provecho a sus piernas y para su debut como deportista asalariado aceptó la invitación de competir en La Habana, teniendo como rival, ¡nada más y nada menos que un caballo!
El hecho sería la gran atracción en la ceremonia inaugural de lo que pasó a la historia como la Primera Semana Deportiva Internacional de Cuba, con fecha entre el 26 de diciembre de1936 y el 1 de enero de l937.
Además del duelo Owens-caballo, el certamen atlético incluía otras disciplinas, entre ellas el fútbol rugby, deporte protagonista de la ceremonia inaugural con el tope entre el Club Atlético de Cuba y el de la Marina Constitucional.
Para enfrentar al monarca olímpico los organizadores escogieron al caballo del equipo “Julio Macaw”, un pura sangre de cinco años, entrenado para la prueba de la Milla con notables triunfos en varias carreras anteriores celebradas en el Hipódromo “Oriental Park” de Marianao.
Sin embargo, esta vez no se correría una milla y tampoco el escenario sería el Hipódromo. Para equilibrar las enormes desigualdades que había entre la corpulencia del caballo y el largo de sus zancadas las cuales como es lógico aventajaban con creces la estatura y el paso de Owens, los técnicos y organizadores estudiaron y acordaron situar al cuadrúpedo a 40 yardas más atrás de la línea de arrancada.
Se dio el disparo de salida con la instalación repleta de público, tanto en las gradas como en las zonas aledañas a la pista y en contra de lo pactado, el jinete “cortó camino”, al salirse de la curva y atravesar directamente por el césped hasta la meta.
Pero ni eso impidió el triunfo de Jesse Owens quien marcó tiempo de 9 segundos y 9 centésimas para una ventaja de unos 20 metros, según reseñaron los medios de prensa de la época, entre ellos la revista Bohemia del 3 de enero de l937, la cual reflejó textualmente en un artículo firmado por Víctor Font: “…produjo tanto interés en Norteamérica que todos los servicios de prensa acreditados en La Habana, lo mismo que las compañías de películas, enviaron para sus rotativos los datos más destacados y las vistas más interesantes”.
Owens estaba muy contento por el entusiasmado aplauso y los vítores de los tres mil espectadores cubanos que llenaban el estadio de La Tropical y por los dos mil dólares que recibió de premio.
Había sido ese el debut como profesional de Jesse Owens, en una época donde no existían los circuitos Grand Prix ni la “Golden League” y ser profesional significaba para un corredor realizar exhibiciones de este tipo u otras cosas parecidas.
Por lo demás, aquella Primera Semana Internacional del Deporte no fue más allá de un buen motivo para atraer turismo a Cuba, en época del presidente Miguel Mariano Gómez Arias, pero fracasó en su intento de potenciar la actividad física entre los habitantes de la isla debido a la ausencia de otras varias de las figuras de relieve internacional, que habían sido invitadas a la lid, lo que motivó el desinterés de los aficionados.
La carrera de Owens contra el caballo “Julio Macaw” no fue la primera ni la última de la historia, éstas tuvieron su antecedente a comienzos del siglo XX en la lejana Australia, cuando lides de este tipo se hicieron famosas con carreras a distintas distancias.
No obstante, el hecho más trascendental fue que la afición cubana pudo ver “en vivo” a Jesse Owens, uno de los atletas más grandes que ha pasado por la historia del movimiento olímpico.
Su hazaña en Berlín 1936 sólo ha podido ser igualada por otro “fenómeno”: su compatriota Carl Lewis, quien dominó los mismos eventos: 100 y 200 metros planos, relevo 4 por 100, y salto largo durante los Juegos de Los Ángeles en l984.
En mi opinión, es eso lo que debe pasar a la historia, la presencia en Cuba de Jesse Owens, más allá del hecho de haber enfrentado y derrotado a un caballo, aunque son muchos los que dicen dice que tuvieron que ponerle por rival una bestia, pues no había ser humano capaz de derrotarlo por aquel entonces.