Por Arturo Mesa
Atlanta.- Hoy tenía el día libre y entré al edificio de la Reserva Federal de Atlanta. Se encuentra cerca de donde vivo. Seguridad, más que en el aeropuerto, pero siendo museo, lo puedes visitar. Es más, la entrada es gratis. No te dejan tirar fotos, así que no puedo compartirles nada, solo el paquetico que les muestro que no es otra cosa que un montón de dólares destruidos por tener algún tipo de deterioro; y eso lo usan como souvenir. Me dio risa saber que el dinero que se mueve en la Florida se controla desde aquí arriba. En fin, a lo que voy.
La primera imagen en el museo era una especie de juego interactivo en el que te preguntaban qué ocasiona la inflación.¡ El que no quiere caldo…! Ahí fue cuando tuve la certeza de que la visita iba a ser más interesante de lo que me imaginaba. Me dio por curiosear a ver si Marino Murillo se equivocó o no, por allá por el 2020 cuando lo del Ordenamiento.
Decía aquel jueguito que el mayor sospechoso de aumento de inflación es la emisión de dinero más allá de los límites normales. Entonces recordé que, como parte de la Tarea Ordenamiento, con la “noble intención” de hacer nuestros salarios más efectivos, se aplicó una nueva escala salarial que iba desde dos mil y algo hasta nueve mil, lo cual implicó una muy inusual emisión de dinero, incluyendo billetes grandes, más allá de los límites normales. ¿Casualidad? ¿O esa es una teoría más que conocida dentro del mundo económico excepto para las altas instancias del gobierno tropical?
Y, ¿qué sucede cuando se da esta situación? Los precios suben a diario porque el consumidor tiene miedo de no poder adquirir tal o más cual producto. A pesar de que yo me froté las manos con lo del salario, si de pronto me suben el dinero a mi alcance, mi reacción automática en tiempos de crisis es acaparar, temiendo que sigan subiendo los precios. Por tanto, a pesar de que hay más dinero, muy pronto habrá menos, los productos se agotarán rápidamente y el precio seguirá en su enérgica espiral de ascenso. O algo de eso decía el jueguito. ¡Cómo me acordé de los Ordenados!
Quizás eso explique por qué ahora, tras el daño inicial, tratan de controlar el circulante mediante muelas de bancarización, cajeros rotos y desvíos de atención parecidos. Parece que alguien más entró al edificio de la reserva por estos días, regresó y les explicó que, contrario a lo que ellos pensaban, lo que había que hacer era controlar el dinero circulante.
La cosa es que el mal está hecho ya y va y los yumas se equivocan, pero si el dólar se mantuvo durante muchos años a un precio de 24 pesos cubanos, (artificial o no) toca la casualidad que fue a partir de la tristemente célebre tarea con su nuevo diseño salarial, cuando se disparó su precio de manera descontrolada. Era un hecho que había que arreglar las cosas, pero no en ese momento y mucho menos violando leyes archiconocidas y estudiadas por países que alguito le saben al capital. Vaya, que todas las señales estaban ahí, tan cerca como me queda a mí el edificio de la Reserva. Lo que, al parecer, la idea de economía para nuestros dirigentes viene por defecto en el manual socialístico. Y cuando la respuesta no aparece textual, ahí es cuando A le pregunta a B: ¿Escudo o estrella?